El Parlament ha aprobado una enmienda de Podemos que suprime 2,7 millones de promoción turística para destinarlo a vivienda social, un cambio que ha sido posible gracias al voto del PP (dicen que por error) y que supondrá el despido de varias docenas de trabajadores. De personas, como dirían los podemitas. Se trata, sin duda, de un golpe de efecto que se queda ahí porque el Govern ya tiene una partida de 30 millones para vivienda social con el objetivo de iniciar por fin esa prometida apuesta por las VPO cuando todo el mundo sabe que la legislatura acabará con la construcción de seis pisos de estas características, y ninguno de ellos en Ibiza. Podemos, con esta enmienda, cree que se podrá combatir la «emergencia habitacional» y están convencidos incluso que gracias a ellos ya nadie vivirá en un balcón, ni en un coche, ni tampoco en un piso patera. Parece que todo se resolverá en cuestión de días, después de haber demostrado una incapacidad supina para poner en marcha la política de vivienda social. Pero ya se sabe que nuestros políticos están más pendientes de los golpes de efecto que de resolver los problemas reales de los ciudadanos, y esos fuegos de artificio se intensifican a medida que se acercan las elecciones. Lo mejor de que las autonómicas y municipales estén a la vuelta de la esquina es que los ciudadanos podrán elegir, votar, y los que han perdido el tiempo en medidas estériles en temas de vivienda, recibirán buena respuesta electoral, como ha ocurrido en Andalucía hace apenas unas semanas. Y por supuesto, a los responsables de la enmienda les da absolutamente igual si se despiden a varias docenas de trabajadores públicos, y les importa un pimiento si se deja de hacer promoción turística con tal de conseguir un buen titular de prensa. Porque ya se sabe que los turistas también son molestos. Un balance muy pobre, sin duda.