En Mallorca algún colega se extraña ante las muestras de afecto que ha recibido José Juan Cardona por haber conseguido su primer permiso penitenciario tras seis años en la cárcel. Como fue condenado a 16 años de prisión por la Audiencia, después por el Supremo, y todos los jueces coincidieron en que lideró una trama para desviar dinero público, no tiene derecho, al parecer, de disfrutar de un permiso de 48 horas.

Mientras la dueña de la caja de Cola Cao disfruta desde hace tiempo de libertad por haber apuntado a Cardona, el exconseller aún debe cumplir gran parte de su condena. Simplemente por no haber pactado con la Fiscalía cuando lo más fácil hubiese sido reconocer los hechos y seguramente ya estaría en su casa, fuese o no verdad la acusación de fiscales.

Porque no hay que olvidar una cuestión: no se ha demostrado que Cardona robase dinero público y se le condenó por ser el conseller de un departamento donde algunos se hacían ricos. Y a Cardona se le ha impuesto una condena más alta que a Munar, que sí admitió haber robado, que Matas, y que al propio Urdangarín.

Si fuese ahora, posiblemente la condena hubiese sido sensiblemente inferior, pero fue uno de los primeros asuntos que se llevó a juicio y había que ser ejemplar. Pero una cosa es la condena y otra diferente es que alguien muy querido en Ibiza no pueda estar unos días con su familia, cuando está garantizado que volverá a prisión, donde ha tenido un comportamiento ejemplar desde el primer día.

Al margen de las sentencias, que evidentemente deben acatarse, también está la parte humana, y nadie podrá cuestionar que José Juan Cardona hace tiempo que merecía un permiso, como muchos otros presos. No se han pedido privilegios, ni excepciones. Solo 48 horas de libertad.