Algo nos ocultan en Sant Antoni con el episodio de la tránsfuga del PI (por mucho que le duela, ella ha elegido serlo y por tanto que la llamen así) y la defensa que hace tanto el alcalde ‘Cires’ como Reinicia, el partido del pueblo que tenía que cambiarlo todo y mejorar el sistema democrático. Las aguas turbulentas de Sant Antoni quizás no se pueden explicar a estas alturas de una legislatura marcada por las meteduras de pata, la prepotencia y, también hay que decirlo, la mala gestión. Tan mala o incluso peor que la que hizo en la anterior legislatura el equipo de gobierno de Pepita Gutiérrez, que por algo perdió las elecciones. Pero no es nada lógica la defensa de Cristina Ribas por parte de un alcalde que ya ha dicho que abandona la política (nadie entiende ni cómo se pudo presentar como candidato en 2015 y ha compatibilizado la alcaldía con la presidencia del Club Náutico de Sant Antoni) para acabar su mandato de esta forma tan poco ética y dando esta imagen a los ciudadanos. Porque, lo diga Valdés o la propia Ribas, la concejala del PI es una tránsfuga, que se presentó con unas siglas y ahora ha decidido traicionar a los ciudadanos que la votaron. Porque ella, tan preocupada por los vecinos, no fue votada ni en las listas del PSOE ni en las de Reinicia, donde seguramente se hubiese sentido más cómoda. Porque el PI, y lamento decirlo, cada vez se parece más a Unió Mallorquina, un refugio de aprovechados (con honrosas excepciones) donde prima más el interés personal que el de los ciudadanos. Por mucho que saquen la bandera de «Madrid me mata» a estas alturas el PI da claros síntomas de ser el filial de la UM de Munar. Pero tranquilos. Si hay algo oculto en lo que está ocurriendo en Sant Antoni pronto se sabrá. Y entonces los responsables deberán dar las explicaciones oportunas a los ciudadanos. Esos que dentro de poco volverán a votar, por cierto.