Los partidos Podemos y Més se han mostrado incómodos, estupefactos y molestos por la decisión de la consellera de Hisenda y Administracions Públiques, Catalina Cladera, de fichar como asesor al exjefe de la Guardia Civil de Balears, el coronel Jaume Barceló. Dicen que se enteraron por la prensa y que esa es la principal causa de su enfado, pero parece una motivación poco consistente y hay razones para pensar que las verdaderas causas sean otras. Hay quien tiene alergia a ese uniforme, prejuicios que se arrastran sin justificación razonable.

El mero trato con Barceló o con los funcionarios que estuvieron bajo su mando, hubiera disipado esas reticencias. El temor a lo desconocido. Catalina Cladera no ha tenido reparos en acudir a los actos institucionales que organiza la Guardia Civil o el Cuerpo Nacional de Policía. Pero no se recuerda que los dirigentes o diputados de Podemos o de Més hayan asistido a tales eventos, que les deben suponer un esfuerzo superior a sus fuerzas, porque como digo identifican a la Guardia Civil con posiciones ideológicas contrarias a las suyas. Una estupidez como cualquier otra.

De este modo, que el coronel Barceló haya sido durante décadas un oficial de la Guardia Civil, a ojos de los podemitas y de los ecosoberanistas, juega en su contra. Desprecian su enorme experiencia, que para ellos nada valdrá, ni tampoco que su sueldo lo pagará el Gobierno de España, lo cual siempre es bueno ya que en Balears se escaquea de pagar todo lo que puede. Ya hemos visto que eso es algo inmutable, gobierne quien gobierne en Madrid. Que haya llevado tricornio es un baldón imborrable. Esa es la auténtica razón del enojo. No pretendan engañar a nadie.

Les diré lo que me gustaría que hiciese Barceló, dada la ofensa gratuita de la que ha sido víctima. Lo que hizo Rafa Nadal en 2014 cuando se comenzaron a oír voces críticas contrarias a la concesión por parte de la UIB de un doctorado Honoris Causa. Declinó ser nombrado doctor.

Hubo quien pensaba que se le hacía un honor a él, cuando era todo lo contrario. El deportista más laureado de la historia de Mallorca hubiese hecho un gran honor a la UIB y a la comunidad universitaria en su conjunto. Ahí os quedáis, con vuestro doctorado y vuestras críticas absurdas, fruto de prejuicios que os conviene superar. O no. Allá vosotros. Con la de cosas que los socios de Francina Armengol pueden reprochar al PSIB y vienen con estas.