Las lecturas de hoy, entre otras cosas nos hablan de que en la vida lo fundamental es cumplir la voluntad de Dios. No hay nadie que en el transcurso de su vida no haya experimentado algún deseo sincero de escuchar la Palabra de Dios que alimenta nuestra Fe. Las multitudes , nos ha dicho el Evangelio, se agolpaban para escuchar la Palabra de Dios. En el mundo hay hambre en muchos países. Hambre de paz, hambre de felicidad y de amor. Mientras unos despilfarran una vida repleta de bienes materiales, otros carecen de lo puramente necesario. En varios lugares de la tierra hay personas que pasan hambre, que mueren de hambre. Las riquezas no están bien distribuidas. Unos lo tienen todo, otros no tienen nada.

Recordemos las Bienaventuranzas: Felices los pobres, los perseguidos, los que lloran… porque de ellos es el Reino de los Cielos. El mundo dice: felices los ricos que pueden lograr muchas cosas- no todas-, que otros no pueden ni imaginar. Recordemos cómo Jesús siendo rico quiso ser pobre para enriquecernos con su pobreza. Después que Jesús termino de hablar a la gente, dijo a sus apóstoles: «Echad las redes para pescar». Simón Pedro le replicó: «Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos cogido nada; pero en tu nombre echaré la red».

Ya sabemos lo que sucedió. La pesca milagrosa. Algunos comentaristas dicen que la barca de Pedro simboliza la Iglesia. Aparentemente mucho no creen en la Iglesia, pero si se encuentran en una situación delicada, si, irán. Y en la Iglesia encontrarán a Jesucristo. ¡ Alabado sea Jesucristo!