El pasado viernes se cumplieron cinco años de la manifestación más importante que ha tenido lugar en Ibiza en los últimos tiempos. Más de 20.000 personas salieron a las calles con un mensaje claro y contundente: no a las prospecciones petrolíferas que sobrevuelan las costas de las Balears. Meses antes, colectivos de la sociedad civil, como Eivissa Antipetrolífera y los compañeros Octavio y Sofía, entre otros muchos que me dejo injustamente en el tintero, organizaban mesas informativas para animar a la sociedad pitiusa a rebelarse contra lo que era una declaración de guerra contra nuestra isla. Una multinacional escocesa, Cairn Energy, planeaba realizar prospecciones petrolíferas, que se pretendían llevar a cabo en diferentes fases, una de ellas con cañones de aire comprimido para estudiar si, efectivamente, había oro negro a 40 kilómetros de nuestras costas. La oposición de la sociedad ibicenca fue rotunda y no solo por parte de los colectivos ecologistas. Consciente de que el ecosistema marino es de vital importancia para la protección de nuestras playas y motor de nuestra economía, el sector turístico se opuso también de forma mayoritaria. La oposición fue tal que el PP de Ibiza, que en aquel momento gobernaba en el Consell, endureció su postura y presionó al Govern, también gobernado por los populares, para que frenara los pies al entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, para que se denegaran los permisos a la multinacional. Ahora, todos los partidos de la isla han asumido esta posición. Cinco años después, ninguno de los proyectos ha seguido su curso y la sociedad ibicenca está organizada, con mecanismos jurídicos para defenderse. Ahí está el impecable trabajo de la Alianza Mar Blava, plataforma que integra las instituciones públicas y privadas, así como diferentes organizaciones y sindicatos. El mensaje que se lanzó entonces también era de transición hacia un nuevo modelo energético, limpio y sostenible. Por eso, queda mucho por hacer todavía.