El Gobierno anunció ayer la aprobación de un Real Decreto Ley que incluye la ampliación del permiso de paternidad hasta 16 semanas en 2021, lo que igualará el tiempo que padres y madres podrán pasar con su vástago después de su nacimiento sin tener que trabajar.

Una medida con la que nadie en su sano juicio puede estar en desacuerdo y que nos ‘acerca’ a Europa en cuestiones de conciliación de la vida familiar y laboral.

Sin embargo, este acercamiento, pese a ser positivo, todavía nos deja lejos de lo que a mí me parecería lo razonable. Pocas parejas pueden permitirse a día de hoy que sólo trabaje uno de sus miembros, por lo que lo más normal es que tanto la madre como el padre (si hay suerte) tengan trabajo. Por lo de que la mujer se quede en casa para ocuparse de las tareas domésticas hace días que pasó a mayor vida en la mayoría de hogares. Por experiencia, 16 semanas de permiso de maternidad se quedan cortas. Los recién nacidos deberían estar con sus progenitores durante su primer año de vida. Un tiempo que madres y padres tendrían que poder repartirse a conveniencia con un mínimo de tiempo en el que pudieran compartir el cuidado del bebé.

Buscando en internet leo que en Suecia los permisos de paternidad y maternidad tienen la misma duración: ¡16 meses! Una cifra que dudo mucho que se llegue a aplicar en este país a corto o medio plazo pero que debería ser el objetivo.

Otro aspecto a mejorar sería el de los horarios de trabajo, donde en el centro y en el norte de Europa también nos llevan muchos años de ventaja.