El 12 de abril arrancará la campaña electoral de las elecciones generales del 28-A. Nos hallamos, así pues, en plena precampaña, periodo en el que no se permite a los políticos inaugurar ni presentar nada, para que no se pueda interpretar que tales exhibiciones son ya actos puramente electorales. Sin embargo, los que durante los últimos años han ejercido responsabilidades de gobierno no evitan la tentación, unas veces más disimulada que otras, de exhibir sus logros y sacar pecho de ellos. Lo hacen todos los políticos de forma general y es algo inevitable. Pero también los hay que a falta de logros de los que enorgullecerse y por carecer de argumentos para proclamar las bondades de su gestión política, se entretienen descalificando a los adversarios políticos. Algunas veces de forma poco meditada, lo que favorece incurrir en excesos, sobre todo en las redes sociales. Hace algunos días el concejal de Cementerios y Movilidad del Ayuntamiento de Eivissa, Juan José Hinojo, calificó en su cuenta de Twitter al líder del PP, Pablo Casado, como «aprendiz de Hitler». Como lo leen. Demuestra no saber nada de Hitler, ni de lo que el nazismo perpetró en Europa durante la 2ª Guerra Mundial. No es extraño, porque como también defiende el comunismo, habremos de suponer que idolatra a Lenin y Stalin, dos grandes figuras de la humanidad que compiten con Hitler en el número de muertos que sus acciones criminales causaron. Hace algunos días el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, aprovechó un tuit donde condenaba un asesinato machista para atacar a PP y Ciudadanos, algo improcedente de todas todas y que desvela cierta desesperación que convendría evitar. Con la de temas que puede reprochar a sus rivales políticos, recurrir a un asesinato machista para lanzar sus dardos demuestra que hay nervios. Mejor sería moderarse, por el bien de todos.