Si no hubiera salido a la luz que Vicent Torres le ha retirado las competencias de Deportes a David Ribas, Guanyem seguiría sin criticar -en voz alta- la gestión de Lydia Jurado al frente de Bienestar Social. Sin esta crítica, Jurado tampoco habría convocado una rueda de prensa para alabar su trabajo. Si no se hubiera sabido que varias entidades sociales aún no han recibido las subvenciones del Consell, el edil de Bienestar Social de Vila no habría publicado en Facebook que ellos sí que están al día en este tema. Si las asociaciones afectadas no hubiesen hablado, la oposición seguiría sin hacer oposición. Y así sucesivamente. No soy política y lejos de juzgar un trabajo que no conozco, voy a exponer mi caso. Llegué a Ibiza, por trabajo, hace poco más de año y medio. Empecé cubriendo actos de cultura y sociedad hasta que me tocaron temas políticos. A mí, que apenas conocía en qué trabajaban las instituciones de la isla. A mí, que pocas veces he creído en las promesas sin hechos. A mí, que se me ‘atraganta’ el catalán, ibicenco, mallorquín... por ser de un pueblo de Burgos. Me tocó aprender a marchas forzadas y sigo en ello: pido ayuda cuando no entiendo una palabra, consejo cuando tengo que cubrir un tema con trayectoria que desconozco y opinión para saber si voy por el buen camino. Y aún así me equivoco, claro que me equivoco. Y rectifico. Algo que rara vez hacen nuestros políticos. Se les da mejor sacar trapos sucios, incluso de su propio equipo de gobierno. Y con la que está cayendo, ¿cómo pretenden que confiemos en ellos? La confianza es algo en lo que hay que trabajar cada día. Si le dices a un niño que le vas a llevar al parque y no lo haces se enfada, pero le prometes que lo harás mañana. Si mañana tampoco le llevas, ¿crees que va a confiar en ti? Los ciudadanos no pierden la confianza porque una subvención se retrase, la pierden porque se prometen cosas que no se llegan a cumplir.