Este domingo 17 de marzo es el Día del Seminario. El Día del Seminario se celebra desde el año 1935 con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas. La vocación al ministerio sacerdotal es un regalo de Dios a la Iglesia que requiere la participación activa de todos los cristianos como miembros del Cuerpo de Cristo. El ejemplo en el trabajo pastoral cotidiano, el acompañamiento previo al ingreso en el seminario, el papel de la familia y de las parroquias de origen, son agentes necesarios para que la llamada de Dios sea escuchada en cualquier momento de la vida.

«El seminario, misión de todos», es el lema de este año para el Día del Seminario. Esta jornada se celebra el 19 de marzo, solemnidad de San José. En las comunidades autónomas en las que no es festivo total, como es el caso de nuestras Islas de Ibiza y Formentera. Se celebra el domingo más cercano, que en este caso es hoy, domingo 17 de marzo.

Hoy en las Misas en todas las parroquias y capillas en la homilía los sacerdotes celebrantes hemos de hablar de ello, y la colecta que se hace se dedicará a los estudios de los seminaristas de nuestra Diócesis. Este año, gracias a Dios, tenemos tres seminaristas en el Seminario Mayor y progresando debidamente en sus estudios, mas adelante serán ordenados sacerdotes y servirán como tales en las parroquias. Hemos tenido siempre seminaristas y yo he tenido la suerte y la alegría, en mis casi 14 años de servicio como Obispo aquí, de ordenar algunos de ellos que han hecho bien sus estudios y han mantenido su vocación.

La vocación sacerdotal, es decir la llamada a ser sacerdotes, y el ejercicio del ministerio sacerdotal son, antes de nada, un gran regalo de Dios para el propio seminarista por puro amor de Dios. La historia de toda vocación sacerdotal es un diálogo de amor: es la historia personal entre el amor de Dios que llama y la libertad del hombre que responde a Dios en el amor; el don precedente de Dios y la respuesta libre , responsable y generosa del hombre son las dos caras inseparables de toda vocación sacerdotal. El Evangelio de Marcos presenta así la vocación de los Doce: Jesús «subió a un monte, y llamando a los que él quiso, vinieron a él» (3.13). Está por un lado la decisión absolutamente libre de Jesús y por otro, el ‘venir’ de los Doce, el ‘seguir’ a Jesús.

Como entonces ocurrió con los Doce, también sucede ahora en el caso de la vocación sacerdotal: es Jesús quien mira con cariño, elige y llama; Él es quien consagra y confía su misma misión, comprometiéndose a estar siempre con el elegido para que pueda cumplir la sublime misión que Él le encarga. Y como los Apóstoles entonces acogieron viendo que eso era algo buenísimo, los llamados ahora deben también acogerlo sabiendo y viendo que es muy bueno.

El Señor Jesús es quien ha mirado con cariño a cada uno de los hombres a algunos los llama, consagra y les confía su misma misión, comprometiéndose a estar con ellos siempre para que puedan cumplir la sublime misión que Él les ha encargado. De esa manera un sacerdote es un gran regalo para la Iglesia y para el mundo. A través de los sacerdotes, Cristo sigue salvando a los hombres. Los sacerdotes son enviados por el mismo Cristo para hacerle presente y para ofrecer a todos los hombres la salvación, la libertad, vida y felicidad verdaderas.

En esta jornada, pues, como todos los años hacemos, recemos por nuestros actuales seminaristas, pidamos a Dios que nos siga concediendo más de forma que nuestras Islas de Ibiza y Formentera puedan seguir teniendo sacerdotes enviados por el mismo Cristo para hacerle presente y para ofrecer a todos los hombres la salvación, la libertad, la vida correcta y la felicidad verdaderas. Y como siempre, colaborando también no solo con oración y afecto, sino también económicamente a sus estudios en las colectas que hoy se hacen en la Iglesia.