El promotor del complejo turístico de Punta Prima, Leo Stöber, ha puesto en jaque a la cúpula del Consell de Formentera, sentándolos en el banquillo bajo la acusación de nada más y nada menos que: Falsedad, infidelidad en la custodia de documentos, coacciones, prevaricación administrativa y desobediencia. Como dijo el abogado de los acusados «todo un festín punitivo». Los miembros de Gent Per Formentera se han defendido aduciendo a «la preservación y protección del territorio» y recordando que son «herederos de luchas como las del camping de Ca Marí o Punta Pedrera», al tiempo que han acusado a Stöber de intentar hacer caer a la institución en «prevaricación al intentar negociar para cumplir con sus aspiraciones». Alguien puede pensar que al abrirse juicio oral poco antes de las elecciones, el partido puede ver perjudicado su resultado. Modestamente, pienso que todo lo contrario. La «pena de banquillo» por «defender el territorio» ya dio buenos resultados en el pasado. Hablamos del «Caso Punta Prima» y metemos todo en el mismo saco y no es así. Hay que recordar que Stöber perdió el contencioso administrativo que pleiteaba contra las Nomas Subsidiarias y lo que ahora se inicia es un procedimiento penal que se ha reactivado después de recurrir su sobreseimiento. Dejemos que la Justicia haga su trabajo y resuelva este tedioso asunto, pero hay una cosa clara, Stöber es un hombre muy persistente e incisivo. Cabe recordar que los primeros pleitos sobre este asunto y que ganó, son de finales de los noventa. Como buen «cap quadrat» es metódico, paciente y además dispone de medios. Recordemos que la edificabilidad que se prohibió en Punta Prima se trasladó a otros ámbitos que según Stöber eran «propiedad de allegados». Poco pensaron entonces que se enfrentaban a alguien tan obstinado.