Durante muchos milenios, la felicidad y la belleza fueron los grandes objetivos de los pensadores más prestigiosos y respetados de la humanidad. Para el mundo clásico y para la Ilustración, la felicidad era la suprema aspiración de los individuos y de las sociedades en su conjunto. Eso también tuvo una plasmación política: así, en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776) los redactores señalan que es derecho inalienable del individuo «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (the pursuit of happiness).

Es una verdadera pena que los principales líderes políticos actuales hayan olvidado este horizonte que debería ser el objetivo supremo en la gestión de lo público: que cada persona, dentro de sus circunstancias particulares y siempre cambiantes, pueda acceder al máximo nivel de bienestar y de calidad de vida posibles. Una sociedad feliz no es en absoluto una sociedad uniforme, sino por el contrario una sociedad solidaria cuyas administraciones proporcionan las herramientas para que cada individuo pueda alcanzar el máximo nivel de felicidad y de creatividad: una vida plena.

Uno de los mayores obstáculos a la consecución de la felicidad, son las dificultades materiales: no llegar a fin de mes, empleo precario y horarios interminables, alquileres inasequibles, alimentación de baja calidad, coste elevado del transporte, listas de espera en la sanidad, ruidos molestos, falta de plazas en las guarderías o en las residencias para personas dependientes…

Otro obstáculo a la consecución de la felicidad social es la fealdad y la hostilidad del entorno. Si a unas condiciones materiales deficientes se le añaden un entorno hostil, ruidoso, contaminado, en el que la naturaleza está destruida, la angustia puede resultar insoportable.

Tenemos el privilegio de vivir en Ibiza. Una isla hermosa, maravillosa, que tiene un paisaje rural, unos pueblos y unas costas de una belleza estremecedora. Nuestra isla es el sueño y el deseo de la mayoría de visitantes que nos conocen. La belleza es un elemento clave para una vida con calidad y feliz: la belleza nutre, inspira, enorgullece, crea vínculos emocionales y sociales poderosos y permite avanzar en proyectos colectivos de largo alcance que sólo pueden tener continuidad si cuentan con un apoyo social muy mayoritario. La belleza produce felicidad.

A estos intangibles, en Ibiza le debemos añadir que esta belleza única de nuestro paisaje también tiene un impacto económico: es la mejor garantía para que nuestra economía pueda seguir basándose en el turismo. Si mantenemos nuestro paisaje tradicional, creado en buena medida por la labor milenaria y admirable de los payeses, los turistas querrán seguir viniendo a Ibiza y nuestros hijos y nietos podrán ganarse la vida al igual que nuestra generación o la de nuestras madres o abuelas. La belleza de nuestro paisaje y la autenticidad y unicidad de nuestros productos locales son los principales elementos diferenciadores que añaden valor a nuestra oferta turística. Preservarlo es también preservar nuestro atractivo turístico y garantizar el futuro de nuestra economía.

Nuestra isla ha padecido innumerables agresiones que han dejado partes de su territorio desfigurado y magullado. La especulación urbanística insaciable que devoraba nuestra tierra hasta la llegada de Podemos al Consell d’Eivissa es una amenaza siempre presente y que hay que conjurar en las próximas elecciones. Por eso es tan importante encadenar por primera vez sos legislaturas progresistas seguidas en Ibiza , y convertir en irreversibles los avances que hemos puesto en marcha en protección del territorio, mejora de las políticas sociales, transición a las energías renovables, gestión integral del ciclo del agua, políticas de vivienda o la movilidad sostenible.

La Felicidad y la Belleza son así las dos fuentes que inspiran todas las propuestas políticas de Podemos en Ibiza, poniendo las condiciones para una vida más feliz y plena y cuidando siempre de la concordia social. De esas fuentes brotan propuestas de sentido común como mejorar la calidad del empleo y los salarios, proteger y preservar nuestro territorio, controlar los precios máximos del alquiler, construir viviendas de alquiler social para las familias que más las necesitan, mejorar los servicios sanitarios para reducir las listas de espera, seguir impulsando un transporte público potente haciéndolo gratuito también para los usuarios habituales, ofrecer mejores servicios sociales para las personas y colectivos más vulnerables, impulsar las energías renovables para diversificar nuestro modelo económico, seguir regulando el turismo para que venga más gente en temporada baja y para reducir la masificación del verano, construir carriles bici en todas las principales carreteras de la isla, acabar con los barracones dotando nuestra isla de todas las escuelas e institutos que se necesitan, apostar por la educación de 0 a 3 años para que haya plazas suficientes para todas las familias que las necesiten y para que sean gratuitas, o impulsar planes de embellecimiento de áreas o barrios degradados para que se conviertan en ejemplos de paisaje recuperado …

El listado de objetivos podría ser mucho más largo, pero todo converge hacia el mismo punto: las políticas de Podemos están diseñadas para poner a Ibiza en la vanguardia mundial en cuanto a calidad de vida para las personas residentes y también para las que nos visitan. Ser líderes destacados en tecnologías punteras, en cuidados de las personas, en sostenibilidad energética, en protección del territorio y en calidad de la oferta turística.

Puede parecer utópico o ingenuo en este mundo dominado por el cinismo y la corrupción, pero nuestro objetivo político y nuestra vocación personal es trabajar para que la sociedad ibicenca la formen muchas personas que cada día se sientan un poco más felices y orgullosas de convivir en una isla maravillosa y paradisíaca.