Llama Ojalá hubiera elecciones cada dos años. No digo cada año, porque también es cierto que resulta un poco cansino, pero desde luego es un disfrute oír a los aspirantes a gobernar las instituciones de Balears prometer sin reparos ni contención alguna. Verbalmente meten la mano en las arcas públicas, cogen un puñado de monedas de oro y las tiran por aquí y por allá. Parecen los reyes magos en la cabalgata, esparciendo caramelos como si llegase el fin del mundo. Venga viviendas para alquiler social a bajo precio; venga residencias para dependientes y centros de día; venga inversiones ferroviarias, nuevas líneas de metro y de tranvía; venga aparcamientos soterrados de tropecientas plazas; venga auditorios que nadie ha pedido nunca ni nadie ha echado en falta; venga aumentos de la plantilla de las policías locales. Que no falte de nada. Da gusto, oiga. Se diría que el dinero con que se van a sufragar todos esos dispendios vaya a caer del cielo, porque bien que se cuidan de explicar de dónde piensan sacarlo. Pero tras los años de dura crisis felizmente superada, ya volvemos a atar los perros con longanizas, que a eso nunca nos ha ganado nadie.
Opinión | Joan Miquel Perpinyà
En campaña, por prometer que no quede
Ibiza11/05/19 4:01
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