Llama Ojalá hubiera elecciones cada dos años. No digo cada año, porque también es cierto que resulta un poco cansino, pero desde luego es un disfrute oír a los aspirantes a gobernar las instituciones de Balears prometer sin reparos ni contención alguna. Verbalmente meten la mano en las arcas públicas, cogen un puñado de monedas de oro y las tiran por aquí y por allá. Parecen los reyes magos en la cabalgata, esparciendo caramelos como si llegase el fin del mundo. Venga viviendas para alquiler social a bajo precio; venga residencias para dependientes y centros de día; venga inversiones ferroviarias, nuevas líneas de metro y de tranvía; venga aparcamientos soterrados de tropecientas plazas; venga auditorios que nadie ha pedido nunca ni nadie ha echado en falta; venga aumentos de la plantilla de las policías locales. Que no falte de nada. Da gusto, oiga. Se diría que el dinero con que se van a sufragar todos esos dispendios vaya a caer del cielo, porque bien que se cuidan de explicar de dónde piensan sacarlo. Pero tras los años de dura crisis felizmente superada, ya volvemos a atar los perros con longanizas, que a eso nunca nos ha ganado nadie.

Sucede, sin embargo, que hay poca gente que se los crea. Los más escépticos se suman a los directamente descreídos. Nada hay menos fiable que la palabra de un político y si está en campaña electoral, ni les cuento. Qué fácil es prometer cosas que uno no tiene ni la menor intención de llevar a cabo. Además, dado que todo el mundo descarta la posibilidad de que haya gobiernos de un solo partido, la excusa es perfecta para no llevar a cabo lo que se prometió en campaña. Habrá que acordar con los socios en cada momento y cada cual tendrá sus propios intereses políticos. De modo que muchas promesas y pocas realidades. Lo hemos visto en los últimos años. Resulta decepcionante que se comprometan ahora a hacer cosas que no saben si podrán hacer nunca.

Rafa Ruiz, alcalde socialista de Eivissa y Joan Ribas, teniente de alcalde de Guanyem/Ara Eivissa, han gobernado juntos los últimos cuatro años y ahora se vuelven a presentar. Presumen de haber cumplido el 70% de lo acordado al iniciar su mandato. Así, tres de cada diez promesas han quedado en papel mojado. Y aún sacan pecho. Cemento Portland. La gente decidió terminar con el bipartidismo y ahora no se cumple el programa de nadie. Lo que queríamos, ¿no?