Señor alcalde, usted va al gimnasio en coche», «Llámalo karma por todo lo que promueves y no comulgas» y un largo etcétera son algunas de las ‘perlitas’ que he leído en las redes sociales a raíz de que el coche de Rafa Ruiz ardiera el jueves. La mayoría cargan contra él por promover una política de movilidad en la que apuesta por reducir el uso del vehículo privado para descongestionar el centro de Vila. Pero hay más comentarios y hay quien se atreve a ligar este suceso con el incendio del edificio de es Viver. Personalmente estoy en contra de los dos tipos de comentarios, pero estos últimos me parecen de juzgado de guardia. Creo que nadie, en su sano juicio, quería que pasase lo que ocurrió el lunes. Todos coincidimos en que Ibiza no está al día en infraestructuras sociales y eso ya se vio hace unos meses cuando llegaron unas pateras a nuestra costa llenas de argelinos. Seguimos igual; bueno no, ayer se aprobó ¡por fin! el convenio para financiar el centro de es Gorg. No voy a entrar a debatir si llega tarde y a escasos días de las elecciones, voy a alegrarme de que ¡por fin! sea una realidad aunque piense que es insuficiente. Ya vale de usar cualquier suceso para tacharlo de ‘electoralista’. Ya vale de mezclar churras con merinas. Ya vale de buscar un cabeza de turco para todos los problemas que se nos presentan. En una cosa estoy de acuerdo con Joan Ribas, concejal de Benestar Social: si él se declaró públicamente responsable de la tragedia de es Viver, el resto también lo somos. ¿O acaso alguno ha decidido acoger a alguno de los afectados en su casa?, ¿o se ha acercado a ofrecerle comida?, ¿o ha bajado el precio del inmueble con el que especula? No, miramos para otro lado porque no va con nosotros y, en este caso, le hemos dado menos importancia porque la mayoría de las personas que vivían allí eran extranjeros y ‘okupas’. Y al final se nos olvida lo importante, que todos somos, justamente, eso: personas.