La brutal crisis interna por la que atraviesa Més per Mallorca merece una reflexión en profundidad que no esperen hoy aquí. No soy un sesudo conocedor de las cuestiones domésticas de la formación ecosoberanista mallorquina, fundamentalmente porque no vivo en Mallorca sino en Eivissa y allí esta formación ni está ni se la espera. Por suerte. Pero sí me atreveré a confesar sobre la impresión que uno tiene -y creo que no soy el único- al ver estas maniobras tan poco edificantes, donde lo que impera es la puñalada trapera y el cainismo más auténtico. Ahora se comprende mejor por qué la mayoría de partidos están liderados por las mismas personas que presentan a candidatos en las elecciones. Así se evitan maniobras barriobajeras como la que estamos presenciando y que ha logrado ensombrecer la investidura de Francina Armengol como presidenta del Govern.

Por extraño que parezca, el partido al cual nos referimos hoy ha gobernado y gobernará los próximos cuatro años junto al PSIB y Unidas Podemos. Creíamos que las decapitaciones en el cadalso y las exposiciones de las testas en la pica eran algo corriente cuando se abandona el poder, no cuando se retiene. Estábamos equivocados. Bel Busquets y Guillem Balboa, dos políticos que uno no alcanza a comprender las razones que llevaron a sus compañeros a situarles al frente de un proyecto político, han impulsado una caza de brujas nunca antes vista en Balears. Y mira que hemos visto cosas. Se nos revela en todo su esplendor el auténtico PSM que creíamos disuelto para fortalecer y consolidar Més per Mallorca. Otro error. Busquets y Balboa vetan a Miquel Ensenyat, Fina Santiago y Vicenç Vidal en aras de la renovación del partido tras el batacazo electoral. Y eso que van a gobernar.

Los tres interfectos han hecho méritos sobrados, no para que el partido les impida seguir en la poltrona, sino para que les expulsen. Negociaron para ellos primero y luego, una vez asegurado su cargo, ya hablaremos de lo demás, del Govern, de Balears, del interés común y el del partido. Pero, ¿acaso no es lo que había hecho siempre? El partido cuyos altos cargos contrataron a dedo al jefe de campaña que les procuró los mayores éxitos electorales en 2015, ahora protagoniza un terremoto político porque los negociadores del Pacte se han garantizado un sueldo público antes que nada. Aunque quizás es justamente por eso por lo que gobiernan. Sin merecerlo, como es de ver.