De todos es conocido que la actual planta depuradora de Vila esta más que saturada, que no es suficiente para tratar todo lo que llega a la misma. Cabe recordar que, no solo presta servicio al municipio de Vila, si no que también lo hace con una parte del de Santa Eulària.

Evidentemente, viendo que su capacidad está claramente superada, no se puede esperar ya la mínima eficiencia en sus prestaciones; y de depuración terciaria, ya ni hablemos. De aquí la urgentísima necesidad de disponer de una nueva planta depuradora, con capacidad suficiente para atender todo lo que le llegue y hacerlo con la eficiencia necesaria.

En su momento y ya hace años de ello, se abrió un encendido debate sobre la necesidad de una nueva planta y su posible ubicación. Ante la evidencia de que no resultaba conveniente ampliar la existente y que lo mejor era apostar por una nueva, después de muchas idas y venidas se alcanzo el acuerdo de construirla en los terrenos titularidad del Consell en Sa Coma. Y allí se supone que esta en marcha ya hace varios años.

Ante la magnitud del problema que a día de hoy sigue persistiendo y provocando situaciones realmente vergonzantes en plena temporada turística, como el último vertido de fecales al puerto de Eivissa en este mes de junio; se deberían tomar las medidas oportunas para acelerar al máximo los trabajos de construcción de esta nueva depuradora y por tanto su rápida puesta en marcha.

Pero claro, me temo que esa aceleración en todos los procesos necesarios, no sea más que un deseo que difícilmente se verá cumplido, sobre todo si se tienen en cuenta unas recientes declaraciones del máximo responsable de la empresa pública autonómica Abaqua, responsable de la gestión de los recursos hídricos (aguas limpias y residuales) en nuestra comunidad balear, en la que fijaba la finalización de todos los trabajos, más allá de 2023. Incomprensible, además de inaceptable.

La sola evidencia de los graves problemas que esta situación está provocando a sectores empresariales claves en la economía insular y al municipio de Eivissa en particular, debería ser motivo más que suficiente para activar todos los resortes necesarios que aceleren al máximo los trabajos en la nueva depuradora de Sa Coma. Si no fuera por la gravedad del escenario al que nos vemos abocados. El argumento de que uno de los motivos que ralentizan la finalización de esta infraestructura, son algunos modificados como la necesaria conexión de la planta al emisario y que requiere de una canalización de cuatro kilómetros; resultaría francamente cómico. ¡Qué una canalización de cuatro kilómetros, no son las obras de la Sagrada Familia!

Situaciones como esta son el principal aval para exigir, y no pedir, el inmediato traspaso de las competencias globales, de la gestión de los recursos hídricos al Consell insular. Evidentemente, esta situación no tiene la misma relevancia o importancia, ni tiene la misma repercusión para la sociedad ibicenca, que para todo tipo de despachos de fuera de nuestra isla.

Reclamar esa gestión insular y la creación de un organismo propio y local para el desempeño de esa función, era uno de los puntos en el que los principales partidos de nuestra isla estaban de cuerdo durante la campaña electoral y así lo manifestaban en sus respectivos programas. Veremos ahora hasta donde llegaba esa coincidencia y la predisposición de todas las partes para que esa propuesta acabe siendo una realidad.

El tratamiento de aguas residuales, es una de las dos grandes cuestiones que afectan a nuestra isla en materia de gestión hídrica. ¿Para cuando su resolución?