En la reciente asamblea de las 15 ciudades españolas que son Patrimonio de la Humanidad, el acto central estuvo presidido por el alcalde de Ibiza. Algo es algo. El munícipe dijo a sus colegas que esta organización «pone en valor el patrimonio», lo que está muy bien, pero el quid es cómo poner en valor el patrimonio de una manera efectiva; es decir, cómo se pone la historia monumental riquísima de ese grupo de ciudades a pie de calle y cómo se promociona eso para que nos venga un turismo cultural de calidad. Lo primero que une a casi todas estas ciudades es que tienen algo que debemos al marqués de la Vega Inclán y sobre todo, al ímpetu e inteligencia de Manuel Fraga, la red de paradores. Por tanto, es muy importante que el alcalde y Armengol -que ha prometido lealtad a la gente, en su investidura- presionen para que se termine de una vez por todas el Parador de Vila, porque un edificio de esas características es fundamental para que Ibiza pueda vender un turismo cultural de calidad e irradiar su carácter de Patrimonio de la Humanidad. Lo segundo, habrá que recordar a las otras 15 ciudades que Ibiza, fundada por los fenicios, es la segunda ciudad más antigua de España y desde luego, la urbe más perdida en la Historia de todas las que componen el Grupo de Patrimonio de la Humanidad. Como muestra patente de eso, pues el Puig des Molins, yacimiento urbano laberíntico donde los haya. De modo que materia histórica para trabajar hayla, pero lo primero hacer el Parador cuanto antes, aprovechar la fuerza que tiene la red de paradores en el exterior y exigir a Turespaña que se implique más en ese nuevo proyecto cultural de Ibiza que habría que comenzar ya a diseñar de verdad.