Pasadas las elecciones, se divisa una larga travesía sin ningún período electoral (salvo sorpresivas convocatorias electorales anticipadas), lo cual nos deja huérfanos de sonrisas impostadas, promesas inasumibles y palmadas en la espalda que se convierten en puñales. Ahora toca colocar (rescatar) a los compañeros de partido que han quedado al margen de las instituciones y asignarles un nuevo sillón y un nuevo sueldo que les permita seguir mamando de aquella a la que mal consideran «mamá Administración». Francina Armengol parece decidida a liderar una agencia de colocación a nivel autonómico que tenga por objeto reflotar a aquellos que se ahogan en un mar de lágrimas anhelando esa llamada que les devuelva la ilusión de volver a la nómina pública, aunque también deberá satisfacer todas las contraprestaciones ofrecidas para conseguir algunos gobiernos municipales. No sin antes desposeer a Podemos y Més per Mallorca de cualquier relevancia política en pro de su reducido grupo de afines socialistas que ostentará el grueso de los caramelos más dulces: educación, sanidad, economía, hacienda, turismo, empleo, movilidad, vivienda, cultura, etc.
En cambio, no parece que esa sea la voluntad de Vicent Marí en el Consell d’Eivissa, quien ha cedido con insólita generosidad a Ciudadanos nada menos que la vicepresidencia segunda, la portavocía adjunta, 3 directores insulares y dos empleados eventuales. El flamante presidente del Consell también ha anunciado la supresión de las secretarías técnicas existentes, un cargo que permitía a un funcionario de rango inferior dar órdenes a uno de rango superior en función de su afinidad y servilismo al equipo de gobierno de turno; un absoluto despropósito incomprensible para los funcionarios de la casa y para los administrados.