Un año más, con la temporada turística en marcha, se puede constatar que encontrar una vivienda en nuestras islas, sigue siendo toda una odisea. Es un gravísimo problema, pero no solo para aquellas personas o familias en estado de extrema necesidad. Hoy por hoy, ni tan siquiera aquellos que tienen un trabajo y un sueldo normal, se pueden permitir el lujo de pagar los alquileres abusivos que se piden en Eivissa y Formentera.

Paralelamente a esta problemática, se van conociendo diversas ideas y propuestas, que supuestamente deberían servir para resolver la critica situación que nos afecta. La mayoría de ellas, se espera que puedan empezar a arrojar resultados positivos a medio y largo plazo. Entre tanto seguimos a la espera de decisiones urgentes, con efecto inmediato.

Recientemente, desde el sector de las empresas de construcción, se han expuesto una serie de propuestas, que según ellas son la única solución viable. Entre ellas cabe señalar que se permita construir viviendas más pequeñas, que autoricen más alturas en los edificios y que los solares urbanos para equipamientos de todo tipo se transformen en residenciales. Según el referido sector de la construcción, todo ello evitaría seguir ocupando suelo rústico y permitiría que las viviendas se pudieran vender a un precio más asequible.

Sinceramente, creo que se trata de una visión totalmente parcial de la situación y que en absoluto se ajusta a la realidad que sufrimos. ¿Desde cuándo en un mercado libre de precios la reducción de la superficie de las viviendas es una garantía de que los precios de venta y alquiler no sigan desorbitados y siendo tremendamente abusivos?

Por otro lado, resulta difícil asimilar la imagen de nuestro suelo rústico adornado de numerosos núcleos urbanos reconvertidos en pequeños Benidorm con altísimas torres de viviendas, a no ser que queramos cargarnos definitivamente nuestra gallina de los huevos de oro que es el turismo. No es precisamente esa imagen la que atrae a miles y miles de turistas cada verano a nuestras islas.

La tercera idea no es menos rocambolesca: si se eliminaran los solares para equipamientos y se transformaran en residenciales: ¿no acabarían siendo esas zonas barrios dormitorio sin ningún tipo de servicio en su entorno?

Sin ánimo de ofender creo que esas ideas están muy alejadas de lo que se puedan considerar propuestas sociales y para lo que realmente servirían sería para mejorar la cuenta de resultados de las empresas constructoras. Si en lugar de construir 3.000 viviendas anuales como ocurre actualmente en Baleares se pasa a más de 6.000, tal como se pretende por parte del sector del ladrillo, lo único que es seguro es que las empresas doblarían sus ventas. Lo de bajar o controlar precios y que con ello se consiga que la clase trabajadora deje de tener problemas para acceder a una vivienda digna es pura imaginación.

Parece que se les olvida que vivimos en unas islas y que, por tanto, nuestro territorio es limitado, y que por ello el crecimiento urbano, tanto en vertical, como en horizontal, también deberá tener límites en algún momento.

En Eivissa y Formentera son muchas las viviendas de todo tipo y en condiciones diversas que se explotan ilegalmente como viviendas turísticas y por las que se vienen cobrando alquileres abusivos e inaccesibles para una mayoría permaneciendo cerradas buena parte del año. Que se construya el doble de viviendas que acabaran en el mercado libre difícilmente impediría que quienes puedan adquirirlas no sigan siendo los mismos que han podido hacerlo hasta ahora y para seguir explotándolas unos pocos meses al año.

Unos están preocupados por las tremendas dificultades para acceder a una vivienda digna, mientras otros en realidad solo se preocupan por mejorar la economía de sus propias empresas. Cuidado con los lobos con piel de cordero.