Después de una larga negociación, bastante más de lo que en principio parecía previsible, al final vio la luz el acuerdo que era imaginable para gobernar el Consell Insular d’Eivissa. En el transcurso de la citada negociación, Ciudadanos estuvo manteniendo reuniones a dos bandas, con el PP y con el PSOE. Con los socialistas se hablaba de una alternativa de gobierno bastante rocambolesca, que pasaba por un gobierno en minoría de socialistas y ciudadanos, con el apoyo externo de Podemos; alternativa esta que requería de una imaginación desbordante y un exceso de ganas de mantener el poder, para verla como algo realmente viable. En realidad no era mas que un teatrillo con pocas, o más bien nulas posibilidades de prosperar.

Por otro lado, se producían los encuentros que desde un principio se sabia que serían los que llegarían a buen puerto y en los que se negoció el que a la postre sería el definitivo gobierno insular, entre el PP (6 consellers) y Cs (1 conseller). Dos partidos de derechas con muchísimas cosas en común y con poquísimas dificultades para acordar un programa de gobierno a cuatro años.

En este acuerdo de gobernabilidad, destacan tres o cuatro puntos como pilares del mismo. Uno de ellos es conseguir el traspaso de las competencias de la gestión del agua por parte del Govern balear. Se anuncia la creación de una Agencia Insular del Agua a tal efecto.

Es este un compromiso o propuesta electoral que no es nuevo. De la necesidad de este traspaso se viene hablando desde hace varias legislaturas y figurando en los programas electorales de los principales partidos, si bien hasta la fecha, ni el PP, ni el PSOE han conseguido que acabara siendo una realidad. Y eso es así por varios motivos, en primer lugar, por que no existe el menor interés por parte del gobierno autonómico. Hay que recordar que son muchísimos los millones que cada año se recaudan a través del recibo mensual del agua y que acaban en la caja de ingresos globales del Govern. Ademas de esto, señalar también que son muchas las personas empleadas en Mallorca para su gestión, tanto en la Conselleria de Medi Ambient, como en la empresa pública que gestiona y controla todo lo que tiene relación con el agua en las Illes Balears y que no es otra que Abaqua. Ambas cosas suponen un grave problema para Palma y gobierne quien gobierne allí, siempre se ha dejado aparcado con la intención de que vayan pasando los años y las legislaturas y todo siga como hasta ahora, es decir que todas las decisiones que se toman en un tema tan sensible e importante para nuestra isla, se sigan tomando en Mallorca.

En segundo lugar, nos topamos con la otra parte de la negociación de un hipotético traspaso de las competencias del agua, el Consell d’Eivissa. Se ha podido comprobar como hasta el día de hoy y a pesar de haberse comprometido a ello con los ciudadanos, ningún gobierno insular ha conseguido el menor avance; ya no digo algún resultado, digo «ningún avance» para conseguir la gestión insular del agua. Y eso ha sido así, independientemente del color político de los partidos que hayan estado al frente del gobierno autonómico y el insular.

Por un lado, parece que exista un miedo escénico ante la posibilidad de verse en la obligación de tener que gestionar una competencia como esta, realmente complicada. Por el otro, la absoluta sumisión de las fuerzas políticas insulares a las decisiones tomadas en Palma sobre esta cuestión y su incapacidad para hacerles frente, de una vez por todas y con decisión.

Por todo ello, el traspaso de las competencias del agua, no sigue siendo más que una aspiración de boquilla, una promesa electoral sistemáticamente incumplida y una gestión insular que no acaba de llegar. Argumentos que avalan la necesidad de que llegue cuanto antes, los hay y son de peso y fáciles de entender. De ellos hablaré en otra ocasión.
Veremos que ocurre estos cuatro años, con algo tan urgente y necesario desde hace mucho tiempo.