Una nueva aula prefabricada ha llegado al colegio de Sant Ferran y ya son muchas. El problema no es que el aula sea un barracón, realmente están bastante bien acondicionados y resultan cómodos. Pero la sensación de precariedad y provisionalidad que ofrece un patio lleno de barracones no es en absoluto positiva para lo que todos desearíamos que fuese una educación modélica para nuestros hijos.

El culebrón de la escuela de Sant Ferran tardará todavía en escribir su último capítulo. Ahora anuncian el inicio «en breve» de las obras que por fin ya están adjudicadas, aunque no se espera que el colegio abra hasta el curso 2020-2021, permítanme dudar del plazo anunciado.

Años y años de una absurda partida de ping pong, entre administraciones, nos han traído hasta este 2019, con una escuela «provisional» y en la que cada vez hay más alumnos matriculados.

La población de las baleares crece como ninguna otra y la de Formentera se ha doblado en los últimos quince años. Eso es así, lo dicen los datos, es inapelable.

El Govern, independientemente de que haya estado en manos de la derecha o de la izquierda, siempre ha llegado tarde. Los azules y los rojos, han acabado poniendo las mismas excusas en este tema y por supuesto sin resolver el problema.

Nos debe preocupar una administración para la que la educación de las generaciones venideras no es la prioridad absoluta y no es capaz de resolver burocracias anquilosadas, para dar salida a un equipamiento que hace muchos años que ya debería estar operativo. En Formentera el Instituto necesita una ampliación, la escuela de Sant Francesc pide a gritos una reforma y lo de la escuela de La Mola, me lo voy a guardar para otro día, porque ahí, hay tela marinera que cortar.