Las nuevas retribuciones del Consell d’Eivissa han sido un gran premio para los partidos de la oposición que perdieron las elecciones y el poder tras gobernar durante cuatro años. Lo sorprendente no es que les aumenten el sueldo un 22 por ciento por trabajar más bien poco, lo llamativo e increíble es que se quejen y no voten a favor. Deberían haber dado las gracias al nuevo gobierno por su generosidad, se indignan en los plenos, pero estoy convencido de que ninguno de ellos renunciará a su nuevo sueldo.

En lugar de regresar a sus puestos de trabajo, que sería lo normal menos en este país donde los políticos se aferran a un sueldo público, cobrarán salarios que ya les gustaría a la mayoría de los mortales. No sé si el presidente Vicent Marí quiere tener a una oposición dócil con estas subidas de sueldo, pero evidentemente sorprende que el jefe de la oposición, Vicent Torres, cobre casi como un conseller con responsabilidades. Y no hablemos de Viviana de Sans, la que más se queja, que cobrará 38.000 euros sin dedicación exclusiva, lo que significa que podrá compaginar con el empleo que tenía antes de entrar en la política. Ha ingresado en la casta por la puerta grande, eso no se lo podrá negar nadie. Enhorabuena.

Pero si los sueldos de la oposición son generosos, no se puede decir lo mismo de los que percibirán el personal de confianza. Que el jefe de prensa de la institución perciba 36.000 euros brutos al año deja muy claro la escasa consideración que tienen los políticos del trabajo de los periodistas, por no hablar de los 32.000 euros de los adjuntos de prensa, otra miseria. Ellos sí que trabajarán y no podrán perder mucho tiempo conspirando en los pasillos. Lo que está muy claro es que hacer oposición es un chollo, mejor que gobernar.