Vicenç Vidal, el «matacabras» de es Vedrá, hoy senador, está en Madrid con los brazos arremangados, luchando para que las corridas de toros dejen de ser corridas de toros y sean sus corridas o ecocorridas las que se impongan. Es decir, tenemos a un representante en la denominada cámara territorial cuya acción se centra en los astados y su mundo, cuando en Baleares se celebra si acaso, eso sí en una de las plazas más bonitas del mundo y con todo tipo de zancadillas burocráticas, una corrida, con sus monosabios, al año. Es decir, vierte nuestro senador todo su tesón en poner sobre el tapete senatorial un problema que para nada afecta a Baleares, y encima cobra por eso. ¿Es que no hay problemas en el Archipiélago para llevarlos al Senado? Será que no. Y pudiera ser, no nos extrañemos, porque el Senado en realidad no sirve para nada, sólo sirve para que haya senadores que estén muy preocupados por las corridas de toros, preocupación que no les deja vivir pero de la que se puede vivir. Y ese es uno de los grandes problemas que tenemos en la cutrísima política española: el triunfo de la nadería, la suplantación de los problemas reales de la gente por una batería de ecoposverdades happyflowers que son pura moralina barata, porque para crear puestos de trabajo hay que gestionar de lo lindo, pero para el buenísimo, para decir que hay que acabar con las corridas de toros, no hace falta pegar palo al agua, basta con decirlo en el Senado, donde no te van a hacer ni caso, y luego colgarlo en twitter para que los prohibicionistas del mundo se queden contentos. Pero de momento con corridas porque acabar con la tauromaquia es en Sevilla, Madrid y Euskadi a día de hoy imposible. En fin, los toros seguirán y a este senador gracias a ellos le quedará una buena pensión.