Recientemente hemos podido leer declaraciones de los máximos responsables de la Federación Hotelera Pitiusa y del Consell d’Eivissa en las que se reclamaba poder gestionar directamente desde nuestras islas, la cantidad íntegra que se recaude cada año por la conocida como ecotasa.

Las críticas iban en dos direcciones. La primera esgrimida básicamente por los hoteleros hacía referencia al agravio comparativo que supone lo que recibe Menorca en comparación de lo que se destina a Eivissa y Formentera si se tiene en cuenta la diferencia entre lo recaudado y lo reinvertido en cada isla. El segundo argumento de crítica lo esgrimía el nuevo presidente del Consell Insular d’Eivissa y no es otro que poner en duda el uso que se ha hecho hasta ahora de los fondos de la ecotasa invertidos en la isla. Según manifestó, ve difícil explicarle a los turistas que lo que ellos han pagado se destine a proyectos de remodelación de paseos marítimos o a la construcción de algún depósito de agua.

Sinceramente, y partiendo de la base que la inversión de lo recaudado por ese concepto, no puede sustituir a la obligación del Govern de financiar con fondos propios del presupuesto de la Comunidad Autónoma determinados proyectos, creo que el argumento que utiliza el presidente del Consell es como mínimo poco consistente. Según su teoría, el dinero que aportan los turistas por ese concepto debe destinarse a cuestiones medioambientales y, si bien hasta aquí podría estar de acuerdo, no parece tan razonable la desvinculación que pretende hacer de determinados proyectos y su relación o no con cuestiones medioambientales. Pone como ejemplo de inversión poco apropiada para ser financiada con estos fondos el proyecto del paseo marítimo de ses Figueretes en el municipio de Eivissa, dando la sensación de no ver la relación que el mencionado proyecto pueda tener con el turismo. No parece muy difícil ver que la época en la que este paseo tiene mayor afluencia de usuarios es en plena temporada turística y que quienes transitan por el mismo son mayoritariamente turistas.

Resulta muy difícil desvincular las infraestructuras del turismo en general ya que la necesidad de muchas de ellas y un determinado dimensionamiento de otras viene directamente condicionado por la afluencia de turistas que hace que el número de personas que transitan por nuestras islas se multiplique por mucho durante la temporada estival. Tanto este proyecto, como el otro no mencionado de paseo en la bahía de Portmany, podrían tener una consideración muy distinta de no encontrarse en dos de los centros neurálgicos de nuestra industria turística.

Lo mismo ocurre con el otro ejemplo al que se refiere el presidente del Consell, la construcción de un depósito de agua. Vaya por delante que un proyecto así no debería de tener ningún problema de financiación para su construcción de estar las competencias de gestión del agua en manos insulares. Pero como esa opción parece que sigue siendo algo a larguísimo plazo hay que encontrar la mejor manera de poder ejecutar aquello que resulta necesario. También parece clara la vinculación de todo tipo de infraestructuras hídricas, con el turismo. No son las mismas las necesidades que hay en nuestras islas durante la temporada baja de invierno que lo que se necesita durante la temporada de verano para dar un correcto servicio a todos nuestros visitantes que se suman a los residentes de todo el año.

Hay que tener una mayor amplitud de miras a la hora de comprender que son muchísimas las cosas que tienen una relación muy directa con nuestra principal industria, el turismo. Hay que tener la infraestructuras que resulten necesarias para poder atender correctamente a los turistas que nos visitan, siendo consecuentes y teniendo como referencia que el número de los mismos no puede ser ilimitado. Y que, sobre todo, todas esas instalaciones e infraestructuras se deben diseñar inexcusablemente con criterios de sostenibilidad medioambiental.