Las dos últimas semanas en esta columna he estado bromeando sobre lo caótico y singular de conducir en Formentera en temporada alta. Es cierto que ponerse al volante en estas fechas, es lo más parecido a participar en uno de esos vídeojuegos para habilidosos de la play. Les confieso que muchos lectores me han trasladado que al leerlo se han sentido muy identificados y a algunos les provocaba risas la «recreación» que hacíamos de un trayecto cualquiera. Les prometí que esta semana haríamos el recorrido de Sant Ferran a Sant Francesc, y ya tenía a punto alguna colchoneta naranja en scooter entre sus dos ocupantes y cosas así.

Pero esta semana, la cosa no está para bromas. Una mujer de 30 años y su pareja, un hombre de 32 perdieron la vida esta semana cuando la moto en la que circulaban fue arrollada por un conductor bebido que confesó «no haberles visto» y les arrastró durante 130 metros. Esa noche no les vio y eso ha arruinado también su vida. El resto de sus días seguramente les va a ver en una imagen que no podrá borrar por más que quiera. Pasar unos cuantos años en la cárcel no será suficiente para borrar la desgracia ocasionada por semejante imprudencia.

Otro joven de 24 años se debate entre la vida y la muerte, después de haberse empotrado contra un camión en plena recta, a primera hora de la mañana. Todo parece apuntar a que el chaval se durmió al volante.

En verano en estas islas, se duerme poco, se trabaja mucho y muchos conductores olvidan que para manejar una máquina hay que estar en condiciones. En caso contrario, las consecuencias son terribles. Debemos tomar consciencia de que conducir, no es algo automático. Necesita de nuestra atención total con los cinco sentidos puestos en la tarea. Como hemos visto, no es cosa de broma.