Ante dos casos extraordinarios de desove de sendas tortugas bobas acaecidos en playas de Ibiza y ante el llamamiento hecho por parte de la Conselleria de Medi Ambient del Govern balear para encontrar voluntarios para cuidar de los huevos en un lugar seguro hasta el momento de su eclosión, la respuesta por parte de la sociedad ibicenca ha vuelto a ser admirable. Más de 180 personas respondieron al llamado de las autoridades y se mostraron dispuestas a dedicar su tiempo en la vigilancia del lugar donde los huevos fueron trasladados en el Parque Natural de ses Salines. Además —y esto es algo que hay que destacar porque es importante— no solo evitan que alguien pueda causar daños a las futuras tortugas, sino que además informan a los ciudadanos interesados en tan raro acontecimiento, lo que además permite aumentar el grado de concienciación en favor de la fauna marina y del medio marino en general.

Vigilantes de seguridad.
Sin embargo debe quedar claro que la labor de voluntarios no puede sustituir la de profesionales ni trabajadores, ya sean públicos o contratados por la Administración. Así, si por la noche la vigilancia corre a cargo de personal de seguridad, cabría deducir que durante el día, cuando hay voluntarios y técnicos del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Islas Baleares (COFIB), la Conselleria se ahorra el gasto que supone contratar vigilantes de seguridad. Si así fuera, tal proceder no es correcto y debe denunciarse, porque no es labor de los voluntarios ejercer de personal de seguridad.

Asegurar su viabilidad.
En todo caso estamos ante una circunstancia excepcional como es el desove de dos tortugas y es preciso proteger la puesta y tratar de asegurar la viabilidad de los futuros ejemplares tanto como sea posible. Y si el hecho sirve para evitar que se cometan agresiones al medioambiente como lanzar plásticos al mar, con los que tan habitualmente las tortugas se enredan o tratan de ingerir con grave perjuicio a su salud, muchísimo mejor.