Pues ya le tenemos aquí, el esperado septiembre. Llamado así porque en su momento era el séptimo mes del año en el calendario romano. La aplicación del calendario gregoriano le dejó en el noveno de doce, pero conservó su nombre procedente del latín que significa «siete meses».

Hoteleros, camareros, taquilleros, hamaqueros y demás eros respiran profundamente cuando llega septiembre. «Lo peor ya ha pasado», piensan muchos. «Esto ya está superado».

No se crean nada, el reto de desestacionalizar el turismo no acaba de hacerse realidad nunca. Pero, con todo, no nos llamemos a engaño, septiembre va a seguir siendo duro en las Pitiüsas. Ibiza y Formentera registraron el pasado 2018 en septiembre el mayor grado de ocupación por plazas turísticas, el 83,8 %. Así lo indican los datos del informe de Coyuntura Turística Hotelera del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Para muchos el año no empieza el 1 de enero. Lo hace el 1 o el 15 de septiembre, cuando determinadas cosas recuperan una cierta normalidad. El retorno a las aulas devuelve la disciplina y la rutina a los hogares.

El personal vuelve de vacaciones con cosas que contar y nuevos propósitos, algunos se apuntan al gimnasio, otros empiezan la dieta para eliminar los excesos del verano, unos pocos empiezan a planificar las siguientes vacaciones.
Pero no se engañe, usted y yo seguiremos rodeados de turistas a todas horas y por todos lados. Largas colas en el supermercado, en el restaurante no hay mesa libre, la carretera seguirá imposible, aparcar se convierte en utopía. Turistas, turistas, turistas... afortunadamente. O no.