No será la imagen del inicio del curso escolar, eso seguro, pero sería lo más lógico que las autoridades educativas hubiesen acudido hasta alguno de los centros ibicencos para inaugurar un barracón, una infraestructura temporal que proliferan en la isla como setas año tras año. Utilizar la palabra barracón para referirse a una aula modular es una táctica que utilizan los partidos cuando están en la oposición, que da mucho juego en los titulares de prensa, pero el problema es cuando esos mismos partidos llegan al gobierno y deben recurrir a estas aulas para cubrir la demanda escolar ante la imposibilidad de construir nuevos colegios.

El barracón es el símbolo del fracaso educativo. A más barracones, peor, aunque tampoco un colegio construido con bloques de hormigón es una garantía de éxito escolar, evidentemente. Sorprende que ante el hito de llegar a la cifra récord de barracones no hayan salido a manifestarse los otrora combativos ‘camisetas verdes’ del TIL, pero ya se sabe que aquella protesta no tenía fines políticos, aunque algunos de sus líderes fueron premiados con cargos públicos en el Govern. Pura casualidad, por supuesto.

En lugar de inaugurar un barracón, la presidenta Francina Armengol y su conseller Martí March, acompañados por las autoridades ibicencas, han estrenado una escoleta que llevaba terminada casi diez años. Afortunadamente, la gestión de Podemos la pasada legislatura en el Consell d’Eivissa parece que ha sido clave para no tener que esperar otra década para abrir las puertas de la escoleta, pero en cambio nadie se ha puesto las medallas sobre ese incremento de barracones en los colegios ibicencos. Evidentemente, construir un colegio no es una tarea nada fácil y lleva su tiempo, pero de la que tenía que ser la legislatura de la educación se esperaba mucho más, sobre todo en las Pitiusas. Y con los recortes que se preparan en Balears tampoco debemos esperar mucho en los próximos cuatro años.