España está sumida en una crisis política de enorme calado desde que en febrero de este año 191 diputados (de ámbitos ideológicos tan distintos como el PP, Ciudadanos, ERC, PdeCAT, Foro Asturias y Coalición Canaria) tumbasen el proyecto de Presupuestos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llevó al Congreso. Realmente y para ser rigurosos, la crisis política se remonta a la moción de censura que a mediados de 2018 sacó a Mariano Rajoy de La Moncloa, mérito hay que atribuir al expresidente del PP, ya que de haber dimitido —como le propuso el líder del PSOE en el debate parlamentario— la moción de censura no habría prosperado, el PP hubiera seguido en el Gobierno, los presupuestos hubiesen sido aprobados y no habría habido elecciones en abril. Y tampoco habría que repetirlas en noviembre como al parecer habrá que hacer dada la incapacidad de PSOE y Unidas Podemos de llegar a un acuerdo. A los de Pablo Iglesias no quedará más remedio que cambiar de nombre.

La honda crisis política que padecemos no es inocua para Balears, algo que a duras penas ha tenido que acabar admitiendo incluso la presidenta del Govern, Francina Armengol. Un Ejecutivo en el que cohabitan PSOE, Unidas Podemos y Més per Mallorca. Paradojas de la vida. El descuadre en las cuentas públicas de la Comunidad Autónoma, con un gobierno en precario y sin unos presupuestos debidamente aprobados por las Cortes —pues seguimos con los presupuestos de 2017 elaborados por el Gobierno del PP—, ensombrece el futuro y la acción política del Govern, abocado a recortar el gasto público, aunque ahora ni se llamarán recortes ni se harán ideológicamente, según dice la consellera de Hisenda, Rosario Sánchez. Será así porque estos milagros están al alcance del Govern. Solo hace falta ver que los denostados barracones en las escuelas e institutos públicos se han convertido en espléndidas aulas modulares. Lo que no consiga Martí March, no lo conseguirá nadie.

Así pues, podemos concluir que Pedro Sánchez está resultando una auténtica calamidad para Balears. Y lo peor es que la situación no tiene visos de revertir a corto plazo porque los eventuales comicios de noviembre no van a permitir al PSOE gobernar en solitario como está claro que pretende. Perdonen que sea tan pesimista. Me gustaría que todos los socialistas que ahora escarnecen a Unidas Podemos y les exigen la rendición incondicional, expliquen con un razonamiento lógico por qué el podemita Juan Pedro Yllanes es vicepresident del Govern.