Eivissa ha sido históricamente maltratada por el eterno centralismo mallorquín que considera que las carencias que sufrimos son de segundo orden y por ello tenemos unos servicios deficitarios. Nuestros profesionales de la educación son los que consiguen paliar esa desatención por parte de los diferentes gobiernos que han pasado por el Consolat de Mar. En estas últimas semanas han saltado las chispas entre el equipo de gobierno de Santa Eulària, la oposición y la Comisión Balear de Medio Ambiente por la construcción de una nueva escuela en el municipio. En noviembre de 2017 Santa Eulària presentó la modificación de su planeamiento n°10 que albergaba tres convenios urbanísticos: uno para edificar la escuela, otro para construir un parking y finalmente otro para instalar un local social para los mayores del municipio. Dicha modificación contó con los informes favorables de patrimonio y medio ambiente del Consell en la anterior etapa socialista, pero cuando el expediente llega a Mallorca lo frenan (¡sorpresa!). Esta modificación no consume ni un palmo de suelo rústico, sino que hace cirugía dentro del suelo urbano para instalar nuevos equipamientos necesarios para el municipio. Sorprende que el PSOE de Santa Eulalia se aleje de los intereses de sus vecinos y, en vez de alinearse con el gobierno y presionar a sus compañeros mallorquines para que la escuela salga adelante, lo que haga es solicitar algo que retrasaría aún más su construcción: una nueva tramitación como pieza separada con el extenso trámite burocrático que ello requiere (exposición pública, informes medioambientales, aprobación en pleno, etc). En cuestiones tan apremiantes convendría que estuvieran más centrados en ayudar a sus vecinos y menos en intentar sacar rédito político.