Me emociona observar un movimiento de masas que ha crecido con una rapidez asombrosa, como nunca lo habíamos visto. La adolescente sueca Greta Thunberg, es el punto de partida de toda esta movida. Se sentó sola con un cartel ‘huelga escolar por el clima’ hace tan solo un año. Y el pasado viernes fueron millones de jóvenes en todo el planeta los que al unisono dejaron claro que el mundo vive una «emergencia climática». Por más que digan Trump o Bolsonaro, que el planeta se calienta es una realidad palpable y si no se actúa el aire será irrespirable. Los jóvenes han exigido este fin de semana un compromiso a los mayores para que dejen como legado un planeta habitable.

La crisis que afronta el planeta no se arregla con iniciativas locales. El gobierno chino ha adoptado una serie de medidas, el alemán ha aprobado un comprometido programa, la Unión Europea sugiere iniciativas sin demasiada valentía. Pero nada de todo eso es suficiente.

En 2015, 195 estados firmaron el Acuerdo de París sobre cambio climático en el que se comprometían a hacer todo lo posible para evitar que las temperaturas mundiales aumenten más de dos grados. Hay que recordar que las temperaturas ya han aumentado en 1 grado.

La decisión de Trump de retirar a Estados Unidos en 2017 del acuerdo y el incumplimiento de muchos de los términos del documento firmado, han desinflado la esperanza del tratado. Si no cambiamos nuestra forma de vida, el futuro será terrible para nuestros hijos y nietos. El I Foro Marino de Ibiza y Formentera celebrado este fin de semana, ha vuelto a llamar la atención en ese mismo sentido. Una de las pancartas del movimiento social Fridays for Future: «En 2050 ustedes estarán muertos, pero nosotros, no». Nada más que añadir.