Tanto la primera lectura del segundo Libro de los reyes, como el Evangelio nos hablan de la gratitud. Ser agradecidos es ser bien nacidos. Debemos acostumbrarnos a elevar nuestro corazón a Dios en acción de gracias todos los días. Demos gracias a Dios por todo. Al Padre porque nos ha creado, al Hijo porque nos ha redimido y al Espíritu Santo porque nos ha santificado. Verdaderamente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno. Demos gracias por todos los beneficios recibidos. Por la vida, por la fe, por la familia, por todos los que se aman y por todos los que nos desprecian. Gracias Señor Jesucristo por habernos dado a tu Madre tan bella, tan tierna y cariñosa con todos. Tu Madre, que es también Madre nuestra amantísima. Al Señor le duele que de los diez leprosos que El había curado, sólo uno (un samaritano) vuelva para darle gracias. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Ayer, 12 de octubre, celebramos una fiesta entrañable: la Virgen Maria del Pilar. Fiesta que según una venerada tradición, la Santísima Virgen María, se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar, como signo de su presencia. La Madre del Señor se vuelve y acoge a la humanidad entera en su corazón maternal, gran regalo de Dios y esperanza nuestra. Acudamos confiadamente a María para que siga protegiendo a España y a todos los españoles. Que Ella nos alcance de su divino Hijo para nosotros y para todo el mundo, una fe recia, una esperanza firme y una amor ardiente. Santa María: Si algún día mi amor te olvidaré, Tú no te olvides de mí.