El profesor del departamento de Psicología Social de la Universidad de Barcelona, Josep María García-Borés, ha investigado cómo se produjeron los cambios sociales que a Formentera llegaron mucho más tarde por las propias características de la isla, pero en cambio los jóvenes formenterenses de hoy están tan pendientes de Instagram como los de Londres. La investigación ha sido publicada, bajo el titulo: De qui venim: Anàlisi psicocultural de l’expèriencia de la gent gran de Formentera.

Una de las cosas que desvela este trabajo es que el gran cambio en la vida de los isleños no se produce por un hecho contundente como la Guerra Civil sino que es la llegada de la tecnología más primaria (la luz eléctrica) lo que realmente da un vuelco a la forma de pensar y ver la vida de los habitantes de aquella isla precaria y de autosuficiencia familiar. La generación que hoy tiene entre 50 y 60 años son los que han experimentado el gran cambio. Nacieron en aquella Formentera austera y la llegada del turismo trajo dinero, mucho dinero, lo que les ha obligado a adaptarse a una situación radicalmente distinta en muy poco tiempo.

En la publicación ha participado también la psicóloga Herminia Gil y el trabajo de campo de Rita Cardona y Raquel Guasch permitió que diecinueve mujeres de avanzada edad abrieran sus puertas para contarles cómo fue aquella vida, que ya no volverá. Una vida feliz, a pesar de la austeridad. Una vida en la que había tiempo para «ayudar a los vecinos», de hecho «había tiempo para todo». Cuando preguntan a las entrevistadas por la vida de hoy se llevan las manos a la cabeza. Una vida en la que «siempre hay prisas, nunca tienen suficiente».

Un gran contraste que nos puede servir para aprender a envejecer.