La democracia española ha conseguido recientemente exhumar a Franco del Valle de Cuelgamuros y es ahora nuestro deber exhumarlo del Congreso de los Diputados e inhumarlo en el extraparlamentarismo. Los derechos de las mujeres, las minorías étnicas y los homosexuales son el principal blanco al que disparan desde la extrema derecha, con el riesgo que ello supone para nuestro país. En la lucha contra la violencia machista, el racismo, la xenofobia y la homofobia, nos va nuestra salud democrática, no es un tema baladí.

VOX nace y vive del conflicto y de lanzar mensajes irracionales únicamente dirigidos a las entrañas, con un populismo insulso propio del fascismo, basado en un mensaje para niños, unos planteamientos autoritarios y unas ideas que hubieran debido morir en 1978. Se autodenominan “constitucionalistas” pero en realidad resultan ser el partido más reaccionario y contrario al espíritu y al contenido de la Constitución, dado que su programa se basa en dilapidar el sistema de pensiones, acabar con las autonomías e ilegalizar partidos que no comulguen con su neofascismo. Además, son el partido más peligroso para la integridad territorial porque su receta para solventar el problema catalán no es otra que echar gasolina al fuego, suspendiendo la autonomía catalana (algo inconstitucional) y ordenando detener al supremacista Quim Torra (algo propio de las dictaduras que ellos anhelan, dado que en una democracia tal menester corresponde al Poder Judicial).

Su nivel de falso patriotismo es tal que su formación está infestada de condenados por toda índole de delitos: desde violencia machista hasta fraude fiscal. Sin ir más allá, la única capacidad de su líder se limita a llenarse la boca con la palabra “España”, careciendo de ulterior proyecto político. No en vano, Abascal no ha trabajado en su vida y representa la clase de chupópteros que deberían ser desahuciados de la política. Su currículum se ciñe al ejercicio de cargos públicos carentes de competencias en chiringuitos varios, gracias a los que ha sobrevivido, no habiendo percibido jamás un sueldo que no proviniera de un cargo público o de confianza designado a dedo. Pese a presumir de la importancia del ejército, Abascal no ha hecho ni la mili; es un simple megáfono con barba que berrea incongruencias.

En nuestra isla, cada voto que se destine a VOX será un obstáculo para que Ibiza cuente con un diputado más (Miquel Jerez, n°2 de la lista del PP por Baleares) y un incentivo más para que Patricia Abascal (PSOE) repita como senadora, en detrimento de Jacobo Varela (candidato al Senado por el PP); y es que VOX y PSOE se necesitan para alertar a la ciudadanía de los peligros del otro.

Los ciudadanos tenemos una responsabilidad enorme a la hora de votar y nos jugamos nada menos que el futuro de nuestro país, así como su salud democrática. Para afrontar nuestro futuro, VOX plantea un proyecto del pasado más oscuro de España y para avanzar en calidad democrática, la formación neofascista no representa otra cosa que un tumor maligno que es imperativo extirpar de las instituciones.

El próximo domingo están en juego: la gobernabilidad, nuestra convivencia, nuestra Constitución, los avances sociales conseguidos en los últimos cuarenta años, los derechos y libertades logrados, nuestro protagonismo en Europa, nuestra economía, nuestro sistema público de pensiones, nuestra justicia y nuestro Estado del bienestar. VOX representa una seria amenaza para todo ello, cada voto que reciban será un insulto a la inteligencia y a la dignidad de nuestro país. Son la formación que más grita y menos piensa, por eso se les escucha más. Los ciudadanos tenemos el deber de enterrarles en el pasado y apostar por nuestro futuro.