Un año más celebramos el Día de la Iglesia diocesana; este vez es hoy domingo, día 10 de noviembre, siendo una Jornada que nos invita a los católicos a descubrir y redescubrir a nuestra Iglesia diocesana, a conocerla más y mejor para sentirnos sus hijos y amarla de verdad, y en consecuencia a ayudarla en todas sus acciones.

Nuestra Iglesia diocesana, diócesis de las Islas de Ibiza y Formentera es una porción del Pueblo de Dios, la Iglesia universal, extendida por todo el mundo. La Iglesia Diocesana, a la que pertenecemos es nuestra Iglesia, nuestra familia y nuestra madre en la fe.

Nuestra Iglesia diocesana es un don precioso del amor de Dios: es el lugar de la presencia de su amor y de la obra de Salvación de Cristo entre nosotros. Hemos de saber amarla de corazón como a nuestra misma madre. Por eso, con nuestras acciones hemos de manifestar el amor a nuestra Iglesia, valorar y agradecer los bienes recibidos de ella. Es preciso sentirnos hijos de nuestra Iglesia; sentir que la necesitamos y queremos vivir en y con ella, comprometidos con su santidad, vida y misión para que pueda seguir acompañando y ayudando a todos. Nuestro amor nos ha de llevar al compromiso de una vida santa y comprometida en nuestra Iglesia: en la vivencia de la fe y vida cristianas, en la cooperación en su vida y tareas, en la salida a la misión y también en el compromiso económico para su financiación, para que pueda llevar a cabo su misión. Y por eso, participemos en la vida y misión de nuestra Iglesia, colaborando también económicamente en su sostenimiento, para lo cual todos somos necesarios.

Yo me siento feliz de ser miembro de esta Iglesia desde hace ya más de 14 años, en este lugar donde la belleza se hace patente y nos muestra el Amor de Dios. Y con las actuaciones buenas de muchos, mi agradecimiento para toda la gente que busca el ben, gente comprometida, amable y siempre dispuesta a ayudar.

Y aquí se trabaja en la Iglesia con alegría, buscando siempre el bien de los demás. Por ello, contamos con estupendos sacerdotes, no solo originarios de aquí son también de otras partes de España y del extranjero, Y gracias a lo que ellos hacen bien en las parroquias donde sirven, se pueden hacer llegar los sacramentos a todos los que lo necesitan: bautismo comuniones, matrimonios, confesiones, unción de los enfermos, etc. Y muy especialmente la celebración de la Eucaristía, el mayor de los regalos que Jesús nos ha dejado.

Y junto con los sacerdotes en cada parroquia han cristianos que colaboran mucho y bien: los obreros de las parroquias, los catequistas, los coros, las cofradías, las bandas de música, etc., así como las personas que asisten a la Misa, unos muchos días o los domingos.

Junto pues con mi admiración y mi agradecimiento a todos los que hacen esas buenas cosas una petición, una súplica, teniendo presente esta jornada importante del Día de la Iglesia Diocesana. Todos hemos de participar, todos somos necesarios con una aportación personal muy necesaria. Siendo cada uno de nosotros miembros de la Iglesia formamos una gran familia, una gran comunidad en la que cada uno es único y sus carismas son casi imprescindibles para que todo vaya según la voluntad de Dios.

Por eso a todos los diocesanos nos urge conocer cada vez más y mejor a nuestra Diócesis y así amarla cada vez más, ya que no se ama a lo que no se conoce. Que esta Jornada interesante e importante nos haga a todos sin excepción conocer y ayudar mucho y bien a nuestra Iglesia.