El secretario de organización del PSOE y ministro de Fomento en funciones, José Luís Ábalos, sigue empecinado en tomar el relevo de Rajoy en lo de hacer manifestaciones públicas que le dejen en ridículo a él y a la organización que representa.

La que más recordamos los isleños fue aquella irrepetible, en la que amenazaba con poner a la Agencia Tributaria a investigar nuestras rentas para ver si somos merecedores del descuento de residente en viajes. Se quedó tan ancho.

Pues esta semana la ha vuelto a liar. Después de la contundente sentencia del caso de los ERE andaluces en la que, entre otras cosas se dice: «Las transferencias fueron diseñadas con la intención de eludir los controles legalmente establecidos. La malversación se cifra en 680 millones de euros».

Con esa rotundidad y con dos ex-presidentes condenados -entre muchos otros- sale Ábalos a la palestra diciendo que no les conocen de nada.

Lo escuché y tuve que rebobinar: «este caso afecta a antiguos responsables de la Junta y no tiene nada que ver con el PSOE». Ahí es nada, chúpate esa.

Se trata de una falta de respeto a los miles de militantes y votantes socialistas que sí se avergüenzan de estos hechos delictivos.

Si bien es ridículo pedir la dimisión de Sánchez por malversaciones cometidas en un tiempo en el que el hoy presidente debía de estar preocupándose por su acné, no lo es menos que el trilero del partido, salga a decir que «por ERE, no me sale nada».

El PSOE andaluz hace ya tiempo que empezó a pagar el precio de aquellos ERE’s y queda mucho camino para recuperarse de este golpe, y la investidura de Sánchez parece estar cada vez más lejana. De modo que estas faltas de rigor y patadas adelante son innecesarias. Llegados a este punto, como diría Mariano: «Viva el vino» y «el vecino».