Lo primero es felicitar a los galardonados, a todos ellos. Muchos lo merecen y el resto no tiene la culpa del disparate temporal en el que se han convertido estos Premis de l’Esport y que en mitad de una confusión entendible terminan reconociendo cosas que no son.

El dato más importante a tener en cuenta para entender esta crítica es que a finales de 2019 se está premiando el año 2018. Así están las cosas. Algunas federaciones no se dan cuenta de esta circunstancia y proponen candidatos por sus logros de 2019. Algunos miembros del jurado tampoco se percatan y los votan. Magia. El mejor equipo de 2018 es uno que ha perdido la categoría.

La Peña Deportiva se merecerá sin lugar a dudas este premio, pero no en el 2018. Son los Premis de 2019 los que deberían reconocer el trabajo del equipo de Raúl Casañ. Circunstancialmente, este error de fechas también hace que se lleve el premio de mejor club. En este caso, aún se puede salvar porque la Peña tiene más secciones.

También está salpicado con un descenso el premio a la mejor persona física. 2018 fue el año en el que el Puchi decidió ceder su plaza en la máxima categoría del balonmano español. Quiero entender que el jurado, otra vez confundido por el disparate temporal, quiso premiar a un presidente que ha dejado su cargo en este 2019.

En resumidas cuentas, urge arreglar este desfase temporal para poder premiar cuando toca a aquellos que lo merecen. No podemos convertir unos premios tan bonitos en un absurdo.