Desde hace aproximadamente unos tres o cuatro años, estamos asistiendo a un fenómeno imparable en Ibiza como es la desaparición de comercios y establecimientos emblemáticos. Un goteo continuo de cierres de tiendas como Can Xuxes, la camisería Can Domingo, tejidos Can Casetes, la tienda Ballerina, Deportes Marí, la mítica pastelería Los Andenes, la también mítica librería Vara de Rey o los bares ses Botes, Concorde y el último que hemos conocido, el bar Los Amigos. Estos cierres, inevitablemente, implican la pérdida de esa esencia de la Ibiza más tradicional, esa Ibiza en la que se conocen las caras de los clientes, en la que es posible encontrar un café o una caña por un euro y poco o bien en la que recibes un consejo fundamentado para hacer un regalo. Es indudable que los tiempos cambian, avanzan y las maneras de consumir y comprar de las personas también –¿quién no ha hecho algún pedido en Amazon por la comodidad de no bajar a la ferretería de dos calles más allá de casa?–, pero los consumidores tenemos cierta responsabilidad a la hora de evitar que el tejido comercial tradicional desaparezca y debemos apostar, en la medida que podamos, por fer vida de barri. De igual manera, el pequeño comercio debe encaminarse cada vez más hacia la diferenciación y modernización para conseguir atraer así a las generaciones más jóvenes, que son las que más apuestan por la compra on line por comodidad y falta de tiempo, entre otros factores. Por lo pronto, podemos empezar por pequeños gestos, como comprar los regalitos de Navidad en las tiendas de nuestro barrio o pueblo. Yo ya llevo tiempo haciéndolo y, sin duda, no me arrepiento de ello.