Cada vez que intento comprender los movimientos políticos de Pedro Sánchez acudo a Pérez Reverte. No a sus libros, sino a su cuenta de twitter, donde recientemente ha escrito sobre el presidente en funciones lo siguiente: «Naturalmente que Sánchez es interesante. Es el más interesante entre todos los moñas que hacen política en España. Un cínico sin escrúpulos, sin honor, capaz de robarle las herraduras a un caballo al galope. Asisto fascinado a su (nuestra) carrera hacia el abismo», acaba de escribir el genial escritor.
Porque llevamos una etapa que resulta difícil digerir todos los acontecimientos políticos que se están produciendo en España. No debería haber discusión alguna en que Pedro Sánchez tiene que gobernar porque ha sido el más votado (un criterio que no siempre se ha utilizado, por cierto, incluso en Ibiza) pero el problema es cómo, renunciando a qué, con qué políticas económicas, con qué ministros, y tras los últimos acontecimientos con qué política internacional. Nadie lo sabe simplemente porque Sánchez es capaz de decir una cosa y lo contrario con pocos días de diferencia con tal de alcanzar la presidencia, la cual le corresponde porque fue el más votado, pero ¿no hubiese sido mejor buscar otras alianzas, otros compañeros de viaje? ¿Se puede entender que el mismo Sánchez que no podría dormir con Podemos en su gobierno sea capaz de dar varios ministerios a los podemitas? ¿Habrá alguien en las islas con el mismo nivel de sentido común que Rodríguez Ibarra, Nicolás Redondo o Fernández Vara, que sea capaz de reflexionar que con determinadas concesiones es mejor no gobernar, que las políticas a corto plazo nunca funcionan? ¿Asistiremos en los próximos meses a un mayor deterioro de las instituciones públicas españolas una vez que Sánchez haya dinamitado al CIS durante meses y ahora la Abogacía del Estado? Por eso, como dice Pérez Reverte, nos vamos al abismo. Y porque son muy pocos en su partido que tengan coraje para decirlo abiertamente, aunque lo piensen.