Mi madre y yo llevamos varias semanas enganchados a la serie de televisión británica Line of Duty. Se puede ver en Movistar y gira en torno a una unidad de la policía que investiga los casos de corrupción entre sus propios compañeros. No se si estará basada en hechos reales pero no te puedes perder ni un segundo, ni una frase, ni un gesto... porque entonces estás perdido. No hay ni buenos ni malos del todo y cuando menos te lo esperas va el guionista y da un giro que nadie espera. Más o menos como lo que estamos viendo durante los últimos meses desde que Pedro Sánchez ganó las elecciones, pactó con Podemos, llevó a cabo negociaciones con partidos independentistas, se montó la que se montó en el Congreso de los Diputados y finalmente fue investido presidente con solo dos votos de margen. Mi madre que, sabe mucho de la vida y es totalmente imparcial, me dijo hace unos días que en la política actual nadie se fia de nadie. Y el tiempo no ha tardado en darle la razón. Ayer Pedro Sánchez anunció que su Gobierno contará con cuatro vicepresidencias, tres de ellas en manos del PSOE y una solo para Podemos. Algo que, según explican periodistas de distintos medios de comunicación de muy distinta índole, «descolocó sobremanera a su socio preferente porque la noticia pilló completamente por sorpresa a Pablo Iglesias». Yo, que siempre he sido bien pensado, nunca he creído en la maldad del ser humano ni en las puñaladas traperas más allá de platos que aparecen en algunas cartas de ciertos restaurantes mexicanos, prefiero pensar que solo será un error de comunicación. Un mail devuelto porque la dirección se escribió con un punto de más o un post it que se cayó de alguna agenda. Seguro que todo ha sido un fallo inocente que no esconde nada más. Espero y deseo que sea así para no empezar a creer que es cierto que aquí nadie se fía de nadie. Seguro que todo habrá sido problemilla sin importancia. Tal vez, debería de dejar de ver Line of Duty.