Con el bautismo de Jesús en el Jordán termina el Tiempo litúrgico de Navidad. El Señor había pasado unos treinta años en lo que llamamos la vida oculta de Jesús. Nos causa admiración el silencio del Hijo de Dios hecho hombre durante todo ese tiempo. En todo caso, el Señor, con sus largos años de trabajo en el taller de San José, nos enseña a los cristianos el sentido santificador de la vida y trabajo ordinarios.

Después del bautismo, Jesús comienza su ministerio público. En el Bautismo de Jesucristo se revela el misterio de la Santísima Trinidad. Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua y he aquí que se le abrieron los cielos y vio al Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quién me he complacido». Escuchemos a Jesús practicando su Ley de Amor. La catequesis litúrgica pretende introducirnos en el Misterio de Cristo. Se trata de predicar la mistagogia procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los sacramentos a los misterios.

El sacramento del Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser ministros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha celebrado y administrado el santo Bautismo. San Pedro declara a la multitud conmovida por su predicación: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para la remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo». En el Bautismo recibimos al Espíritu Santo, y en la Confirmación lo recibimos con mayor plenitud. Todos los Sacramentos nos dan o nos aumentan la vida divina de la gracia. No pocas veces algunos padres se cuestionan – por falta de fe -, si bautizan a sus hijos o prefieren que lo decidan ellos mismos cuando sean responsables de sus actos. Si los padres son cristianos y saben lo importante que es el Bautismo, bautizan sin duda alguna a sus hijos. Hay que dar gracias a nuestros padres y padrinos por haber recibido el santo Bautismo que nos hizo hijos de Dios y miembros de la Iglesia.