Lejos de superar la crisis que protagonizó la exsocialista Marta Díaz con el Adlibgate, los socialistas ibicencos parecen decididos a continuar ofreciéndonos titulares funestos. Esta semana hemos sabido que los máximos dirigentes del PSOE de Santa Eulalia han dimitido a escasos 10 días del congreso que elegirá al alcalde de Sant Josep como nuevo secretario general de la FSE-PSOE. El ya exlíder de los socialistas de la Villa del Río dice marcharse y renunciar a su cargo de concejal por presuntos motivos personales, mientras que su mano derecha deja la Secretaría de Organización con duras críticas contra la nueva dirección.

Horas bajas para un partido que subsiste con respiración asistida a tenor del escuchimizado número de militantes que le quedan y tras los paupérrimos resultados electorales a nivel local que contrastan con los buenos resultados del PSOE en el resto de Baleares y en el conjunto de España. Algunos ya abandonan el barco ante un nuevo liderazgo que lo representa todo menos la renovación, el aire fresco y el impulso que necesita el partido.

Marí Ribas tendrá que encontrar talento en una formación en la que escasea, así como nuevos perfiles que convenzan a la sociedad de que este PSOE ya no es el de 1999. En nada menos que 20 años, los líderes del socialismo ibicenco parecen haberse apoltronado y han obrado cual barrera infranqueable para que no penetre savia nueva. Siguen gobernando el barco los mismos capitanes ajados (desde la primera línea o desde la sombra) que poco o nada pueden aportar ya a la sociedad ibicenca. Se requiere un socialismo riguroso y reivindicativo que anteponga más los intereses de la isla y demuestre menos su servilismo vergonzante a una presidenta para la cual Ibiza es tan sólo una isla adyacente a su reino.