Reconozco que no me lo esperaba. Las camisetas verdes se convirtieron en uno de los símbolos de la legislatura de José Ramón Bauzá por culpa de una política educativa errática, simplemente por imponer el trilingüismo sin negociar con los sectores afectados. El TIL tuvo una vida muy corta, si es que tuvo, y en la primera oportunidad que tuvieron los ciudadanos enviaron al PP a la oposición, donde aún sigue. Tras las elecciones de 2015 muchos analistas atribuyeron a las camisetas verdes la derrota electoral del PP y el cambio político. Llegó Armengol al Govern y se prometieron muchas inversiones en materia educativa. No faltarían profesores, ni medios, y la educación sería el eje central de la política del nuevo gobierno. Reinaba la calma entre políticos y profesores hasta que el Govern de las «autopistas de la educación», como le gustaba decir a Armengol, ha comenzado a padecer su mala gestión económica de estos cuatro años y, claro, hay que recortar.

Pero lo que nadie se esperaba que esos recortes también llegarían a la educación. Y no solo eso, sino que se pudiese llegar al límite de pedir a los colegios que renunciasen al dinero ahorrado en estos años. No me quiero ni imaginar qué hubiese ocurrido en Balears si a Bauzá se le llega a pasar por la cabeza castigar a los colegios con quitarles sus ahorros. Aquellas protestas que reunieron a más de 100.000 personas en todas las Islas serían una anécdota comparado con la que organizarían los sindicatos de profesores. Por eso debo reconocer que no me lo esperaba, y así el sábado unos 200 maestros salieron en Ibiza a la calle en señal de protesta. En Mallorca, Menorca y Formentera imagino que se lo siguen pensando, pero si de verdad los camisetas verdes de la legislatura de Bauzá quieren demostrar su neutralidad política ahora tienen un motivo para demostrarlo. Las luchas deberían ser sagradas.