El otro día escuché en la radio que cuando a una borrasca se le pone nombre, es porqué se prevé que pueda ser peligrosa para las personas. “Gloria” ha dejado unos cuantos árboles caídos a su paso y dos personas desaparecidas. Parece que los científicos han acertado al ponerle nombre.

También se ha cerrado el puerto de La Savina en dos ocasiones durante los momentos de vientos más fuertes. Cada vez que se cierra el puerto, se vuelve a poner sobre la mesa el eterno debate de los criterios que determinan que la estación marítima de La Savina deje incomunicada la isla.

Las consecuencias de un cierre son muy evidentes, se impide el traslado de pasajeros y mercancías durante una serie de horas, que en este caso no ha sido grave, pero que en futuras ocasiones puede alargarse más en el tiempo.

En el caso del Puerto de La Savina el protocolo de cierre es a partir de determinada intensidad del viento y lo decide un celador.

Unos cuantos navegantes de Formentera, entre ellos el capitán de Marina Mercante jubilado, Joan Torres son críticos con ese método y defienden una gestión profesional de un puerto con dos millones de pasajeros anuales.

Según Torres, con 23 años de experiencia como capitán en la linea ni todos los vientos son iguales, ni todos los barcos responden igual a las maniobras en esas condiciones.
Por eso defienden que Autoridad Portuaria tome en serio la instalación de La Savina que a juicio de algunos, debería contar con un práctico y una embarcación remolcadora, que en muchos casos evitaría el cierre durante los temporales tan frecuentes en las islas en invierno.

Por su parte Autoridad Portuaria justifica los cierres como una garantía de la seguridad de los viajeros en condiciones meteorológicas adversas.