La política es una profesión. Una profesión a la que se presupone voluntad de servicio público y protección y defensa del interés general, además de eficacia en la gestión de los recursos públicos, que, recordemos, salen del bolsillo del ciudadano. Por eso, cuando se desarrolla o impulsa alguna obra pública, muchas de ellas con grandes presupuestos para su ejecución que en ocasiones se ven modificados al alza por imprevistos, se espera y se confía en que los gestores de lo público lo hagan lo mejor posible y, a poder ser, sin sangrar en demasía la cartera de los vecinos. El último caso de ineficacia e incompetencia política es la desaladora de Santa Eulària.

En la anterior legislatura se nos ‘vendió’ que el Govern y el Gobierno central habían alcanzado un acuerdo para poner en marcha la desaladora de Santa Eulària, que se empezó a construir en junio de 2006 y acabó en noviembre de 2011, pero no se pudo conectar a la red porque no se habían hecho las obras externas para ello. Una vez acabada, estuvo parada hasta el 2013, año en que la empresa concesionaria exigió la resolución del contrato y el pago de indemnizaciones. En 2015, el Consejo de Ministros autorizó el pago de las indemnizaciones, que en el caso de la infraestructura de Santa Eulària ascendía a 26,1 millones, una cantidad que pagó el Estado. En 2016, supuestamente Govern y Gobierno central alcanzaron un acuerdo para que pudiera funcionar la desaladora. Un acuerdo que, en teoría, no implicaría que Balears pagara el rescate de la concesión.

Ahora, el TSJB ha condenado al Govern a abonar al Estado el rescate de la desaladora y el Ejecutivo autonómico ha dicho que recurrirá. La responsabilidad es compartida entre los gobiernos de izquierda y derecha (inútiles hay en todos lados) porque no fueron capaces de poner en marcha una desaladora en el plazo estipulado para ello. Mientras tanto, seguimos pagando los ciudadanos porque si finalmente hay que desembolsar 26 millones por la desaladora de Santa Eulària saldrá del bolsillo de todos, no lo olvidemos. Y, lamentablemente, casos parecidos a éste en las Pitiusas hay unos cuantos. Basta con hacer memoria.