Me niego a aceptar que los medios de comunicación sean los responsables de la histeria que ha provocado el coronavirus en España y en medio mundo. Es posible que se haya exagerado el tratamiento informativo, ¿pero acaso hay que dejar de informar sobre el cierre de colegios en el País Vasco, el desalojo de centros de mayores en Madrid, sobre la cuarentena de 1.000 turistas en un hotel en Tenerife o sobre los 12 millones de habitantes que no pueden salir de la región italiana de Lombardía?

La histeria con el coronavirus ha sido una reacción colectiva ante una enfermedad desconocida de la que se tiene poca información, aunque se sabe que el nivel de mortalidad es muy bajo y que afecta a personas que tienen otras patologías. Alimenta la histeria que la ministra de Trabajo salga en rueda de prensa para pedir a empresas que cierren si detectan casos de coronavirus, mientras el titular de Sanidad, un hombre que sí transmite confianza y sentido común, diga que se actúe con mesura y que se intente llevar una vida normal. Histeria es que los policías locales de Costa Adeje salgan con mascarillas delante del hotel donde han quedado en cuarentena un millar de turistas. Y que al mismo tiempo salgan responsables sanitarios de Canarias asegurando que las mascarillas que se venden en las farmacias no sirven para nada. Seguramente los medios seamos responsables de una parte del espectáculo que se ha montado con esta enfermedad, incluso se abusa del sensacionalismo para ganar lectores o telespectadores, pero, cuando las críticas apunten hacia los periodistas, no olviden que ninguna de las medidas adoptadas hasta ahora parten de la prensa. Ante la histeria y el miedo, vida normal. Todo lo demás pasará.