Sufrimos una situación inexperimentada que lo único que ha puesto de manifiesto es que a nuestra actual clase política su gestión le viene grande. El Gobierno ha adoptado medidas tarde y mal con el único fin de hacerse la foto el pasado 8 de marzo, poniendo en serio riesgo de contagio a millones de ciudadanos. De un día para otro, esta pandemia pasó de no representar en absoluto una amenaza a merecer que se decrete el estado de alarma, un auténtico despropósito que demuestra la incapacidad y el oportunismo al que sirve el Ejecutivo, en detrimento del interés general.

En el caso de la oposición, tampoco ha habido la menor muestra de rigor y sentido de Estado. El PP de Casado ha optado por usar la crisis para disparar a Pedro Sánchez en lugar de ponerse a su lado desde un primer momento para colaborar fraternalmente, atreviéndose a acusarle de «parapetarse detrás de la ciencia». ¿Quién si no los científicos y los profesionales son los más acreditados para orientar y guiar al de la nación ante una emergencia sanitaria?

El caso de VOX es todavía más ridículo. El mismo día que convocan un acto multitudinario en Vistalegre, al que asisten miles de personas y al que acuden sus líderes ya infectados y con síntomas del coronavirus, se atreven a acusar al de negligencia. Consejos vendo que para mí no tengo.

Pero, sin duda, quien juega un papel fundamental en el desarrollo de esta situación es el conjunto de la sociedad. Sólo con nuestra responsabilidad podremos hacer frente y ganar la batalla a este virus que amenaza nuestros servicios sanitarios y nuestra economía. Difundir los bulos que recibimos a diario en nuestros teléfonos mediante mensajes y notas de voz de supuestos médicos de reconocido prestigio sólo contribuye a la histeria colectiva y al alarmismo injustificado. No nos podemos dejar vencer por el miedo y la hibris, abarrotando los supermercados y dejándolos sin suministros. Ello tiene como consecuencia que tengamos que tirar a la basura muchos alimentos perecederos adquiridos de manera inconsciente y que una familia que realmente necesite esos productos no los pueda obtener.

Si, además, hacemos nuestra compra con mesura, de manera responsable, adquiriendo producto local en los pequeños comercios que tan mal lo van a pasar en las semanas venideras, mucho mejor. Debemos estar a su lado y echarles una mano en la medida en la que podamos. Es imperativo que nos informemos exclusivamente a través de canales oficiales y dejemos a un lado las teorías ‘conspiranoicas’ y la psicosis. La verdadera amenaza de la COVID-19 no es tanto el número de muertes como el colapso que puede provocar en nuestros hospitales y el cataclismo económico que puede dejar a su paso, afectando a los más débiles: trabajadores que pueden perder sus empleos, autónomos y pequeñas empresas.

Pero, en tiempos oscuros, siempre hay quien despierta un rayo de luz. En esta crisis, está claro que esa luz de esperanza la proporciona el personal sanitario y administrativo que está dando lo mejor de sí, demostrándonos la función vital que realizan y la importancia de tener un sistema sanitario público de calidad que no discrimine por niveles de renta. A su heroísmo se unen los empresarios que también están poniendo su granito de arena de manera desinteresada. En Ibiza tenemos un claro ejemplo con Palladium Hotel Group, capitaneado por Abel Matutes, quien ha puesto a disposición de la Comunidad de Madrid uno de sus hoteles para atender a enfermos y así disponer de más camas.

En definitiva, abandonemos la exacerbación de un miedo injustificado, compremos de manera responsable, sigamos los consejos de las autoridades, ayudemos a los más vulnerables con gentileza, no seamos un eslabón más en la cadena de fake news y facilitemos el trabajo de los profesionales que van a vencer por nosotros a esta pandemia que nos quiere poner en jaque.