Debe ser una nueva patología que, incluso en el peor de los escenarios humanos que hemos vivido en los últimos 70 años, los hay que se atrevan en las actuales circunstancias plantear debates ideológicos que lamentablemente ni llenarán las cajas de los negocios cuando la crisis sanitaria acabe ni, por supuesto, solventará el problema de los miles de trabajadores que se irán al paro. El gran argumento para defender la gestión del Gobierno de Sánchez es, cómo no, decir que en Madrid hubo muchos recortes sanitarios durante la crisis del 2008. Efectivamente, se recortó el presupuesto sanitario, pero basta revisar las estadísticas oficiales para comprobar (es perder unos minutos, no se crean) que el gasto per cápita es inferior en Andalucía y Cataluña, pero atacar a estas dos autonomías no supondrá ningún rédito político. Con la que está cayendo, el argumentario de la izquierda atacar al Gobierno de la Comunidad de Madrid para salvar al Gobierno de Sánchez resulta bastante patético, un intento desesperado para tapar la mala gestión del ministro de Sanidad (hasta los chinos le han tomado el pelo ) y olvidar las más que insuficientes medidas económicas para salir con ciertas esperanzas de esta crisis. Ahora mismo ya no estamos en el debate de rojos o azules, monárquicos o republicanos, feministas o ecologistas, buenos y malos. La crisis es tan descomunal que entre todos hemos de buscar soluciones, pero también resulta preocupante la improvisación del Gobierno en tomar decisiones, decir una cosa el sábado y cambiarla el domingo, y no hablemos del fiasco de los test para detectar el coronavirus. Y esto no son opiniones a posteriori” u oportunistas, y es cierto que no somos todos virólogos, pero los periodistas ya contábamos hace semana lo que ocurría en China e Italia y nos llamaron alarmistas. Era una simple gripe, decía Echenique. Lo preocupante ahora es que los que han llevado a España a ser el segundo país con más muertos por coronavirus siguen dirigiendo esta crisis.