No se preocupen: los bulos no matan. Con una media de 400 muertos al día, miles de sanitarios intoxicados, sin mascarillas en las farmacias, y sin la posibilidad de realizar test para detectar a los infectados por el coronavirus, la gran batalla del Gobierno y sucedáneos es saber quién propaga los bulos y las informaciones falsas.

Bulos ha habido siempre y nunca han estado tan preocupados como ahora. No se engañen. Lo que en realidad preocupa a PSOE y Podemos es que están perdiendo la batalla en las redes sociales, siempre dominadas por la izquierda, y la indignación de los ciudadanos se traslada en Twitter y Facebook ante la imposibilidad de difundirla a través de los medios convencionales, cada vez más dependientes de las subvenciones y, por lo tanto, rehenes del poder. Las televisiones, públicas y privadas, no trasladan ahora mismo, ni de lejos, el drama que vive este país. Ya vieron la que se organizó con la fotografía de los ataúdes que publicó El Mundo tomada en el Palacio de Hielo de Madrid. Cada día se registra una media de 400 muertos (hace una semana eran 800) y no vemos ni ataúdes ni funerales, ni siquiera políticos con corbatas negras. Para hacerse una idea, España ha vivido el equivalente a 200 atentados como el vivido el 11-M y el relato informativo oficial no corresponde con la tragedia que vive en este país. Esgrimen que se trata de una pandemia mundial, y tienen razón, pero España tiene el mérito de ser el país con más enfermos por habitante, y el número de sanitarios infectados más alto por la lamentable planificación del Ministerio de Sanidad con los equipos de protección made in China. Intenten comprar una mascarilla en una farmacia. O un test rápido. No hay. Eso es lo que hay que solucionar ahora mismo. Luego ya se dedicarán a buscar a los responsables de difundir bulos. Prioricen y salven vidas.