Cuando camines a través de una tormenta mantén la cabeza bien alta y no tengas miedo de la oscuridad. Al final de una tormenta hay un cielo dorado... En ese cielo dorado que cita el You’ll Never Walk Alone debe de estar ya Michael Robinson. Rafa Cabeleira escribió que el castellano se quedaba sin escultores tras la marcha de Cruyff, Antic y ahora Robinson. ‘El inglés’, a pesar de su acento, se explicaba infinitamente mejor que muchos compañeros de profesión. Michael sumó su particular acento a un vasto conocimiento del mundo del fútbol, del mundo en general. Nació en Leicester hace 61 años como podía haber nacido en Cádiz. Fue futbolista, pero nació comunicador con mayúsculas, como su eterna sonrisa. Lo suyo era una filosofía de vida: «el cáncer puede matarte una vez, pero no todos los días», Mister Robinson, dixit. Y el humor: «por ahí hay uno que tiene cáncer y no lo sabe», comentaba indicando que se habían confundido a la hora de dar los resultados del análisis. Triunfó en los Reds y fue un rojillo de los buenos en Osasuna. Su primera intervención en el ‘Día Después’ ya fue una perla. Nacho Lewin le recibió con un: ¿estás a gusto aquí? y Robin respondió con un «bueno, salvo el decorado» en aquel minimalista plató completamente negro. El periodismo es un oficio que se aprende trabajando y Michael fue más allá, profundizando en la realización y en el formato. Contaba Raúl Román que Michael insistía en el respeto a los espectadores. «Pictures, imágenes. Estamos invadiendo la casa de la gente a través de una ventana. Démosles calidad», insistía el hombre que nació para la comunicación y disfrutó con el fútbol. El día después está más cerca. Y en estos duros tiempos cabe tener muy presente ese «camina con esperanza en tu corazón y nunca caminarás solo, you’ll never, never, walk alone».